Sunday, November 11, 2012

Lecciones de estas elecciones

Para entender qué sucedió el pasado 6 de noviembre en los EEUU hay que considerar que el proceso electoral comenzó antes de que Barack Obama diera su primer discurso de victoria en Chicago en 2008. Las elecciones de 2012 se lucharon en todos los frentes durante más de cuatro años. El trabajo que ambas campañas realizaron es una lección extraordinaria de política, aunque no necesariamente de buena democracia.

Es más: la estrategia legislativa y electoral republicana fue diseñada en los tiempos de George W. Bush y fue ejecutada con una disciplina de hierro que nos condujo a este resultado aparentemetne estrecho en el voto popular pero definitivo en el colegio electoral.

El triunfo de Barack Obama para su segundo mandato habría sido muchísimo más marcado de no haber sido por varios factores que resultaron determinantes. Estos son los que se me ocurren en este momento.
  1. los cuatro años de sabotaje del trabajo del ejecutivo por los republicanos desde el Congreso y su negación al compromiso y el acuerdo;
  2. los 700 millones de dólares que invirtieron los Súper PACs para promover ideas sin sustento;
  3. una clase empresarial que no invierte en empresa sino en transacciones de capital, que no crean empleo sino que lo constriñen;
  4. la negativa del hombre blanco a admitir que América no es su propiedad sino que pertenece a todos los americanos y sus inmigrantes y que por lo tanto ‘no tienen nada que recobrar’;
  5. la aparición y radicalización del Partido del Té en detrimento de la razón;
  6. la continua repetición de frases falsas y acusaciones de ‘socialismo’;
  7. el resurgimiento de una agenda social de los radicales de derecha.
Si a eso le agregamos otros factores que están fuera de su control, como la irresuelta crisis financiera en Europa y la desaceeración económica global, la historia sería otra.

Pero no lo es. Por eso corresponde que hoy nos pongamos a pensar en estas para que comencemos desde ya a impulsar soluciones a mediano plazo que contribuyan a romper la parálisis en el Legislativo y le recuerden a los estadounidenses que la asistencia del gobierno a quienes lo necesitan debe ser el primer escalón hacia el desarrollo y el crecimiento.

Cuatro, ocho o doce años más de parálisis nos harán más daño que cualquier enemigo. Es hora del compromiso y los acuerdos. ¿Estará el GOP listo para escuchar la poderosa voz que desde todas partes de la nación les está gritando que su agenda radical no tiene ya eco en la cultura?

Sunday, September 23, 2012

'I Didn’t Say That'

En esta campaña electoral ha predominado la cultura de las medias verdades y la tergiversación de las palabras del oponente. Lo grave de esa cultura es que perpetúa la idea de que, en política, es preferible destruir en vez construir, que es más útil atacar al adversario en vez de hacer propuestas. Dice el dicho que de la calumnia, algo queda, y más cuando esta se repite por televisión con la constancia del martillo. Medias verdades son mentiras totales.

(Publicado originalmente  09/22/2012)
http://especiales.caracol1260.com/eleccionesusa/noticias/i-didnt-say-that/20120922/blog/1765960.aspx

La práctica ha sido útil para ambas campañas, sin duda, pero me veo obligado a convenir que han sido los republicanos quienes han hecho de ella su principal herramienta. A la famosa ‘You didn’t build that’ se le suma ahora ‘You can’t change Washington from the inside’, y la cuenta no termina allí.

La Convención Nacional Republicana en Tampa estuvo construida sobre la frase del presidente Barack Obama "You didn’t buid that" ("Usted no lo construyó"). Todos los discursos, desde Ann Romney hasta el nominado, hicieron abiertas o veladas referencias, buenos y malos chistes basados en esa frase, pero sacada de contexto y tergiversada.

La frase surge durante un discurso de campaña cuando el presidente le dice a un grupo de seguidores que los panaderos y los comerciantes no construyeron las carreteras, los puentes y las escuelas, sino que hubo alguien más que construyó esas herramientas de infraestructura de las que ellos ahora se pueden beneficiar. Cuando el presidente dijo ‘ustedes no construyeron eso’ se refería a que alguien más lo hizo y por eso ahora lo pueden usar. Pero los republicanos extrajeron la frase del contexto y la dejaron sola para implicar que el presidente y los demócratas promueven una economía centralizada en lugar de promover la libre empresa.

Lo que querían era hacer un contraste entre el estado asistencial versus la sociedad del éxito individual que impulsan los republicanos, pero el sustento de ese discurso está basado en la tergiversación de las palabras del adversario.

Por lo visto la táctica ha traído beneficios, porque la siguen utilizando. De ahí que extraigan una vieja referencia de 1998 en la que el entonces senador Barack Obama supuestamente aboga por la ‘redistribución’ de la riqueza. Lo que los republicanos buscan es presentar al presidente como un promotor del asistencialismo y la dependencia en los programas del gobierno en vez de impulsar la creatividad individual y la libre empresa. Una vez más, recogen las palabras del presidente, las recortan a su conveniencia, y las manipulan para implicar un significado diferente.

Cuando la campaña de Obama se quejó de que están descontextualizando sus palabras, Kristen Kukowski, del Comité Nacional Republicano dijo que de todas maneras la cita refleja el interés del presidente de promover la dependencia en el gobierno. Es decir: nos sostenemos en la mentira y no nos importa seguir mintiendo.

El último ejemplo que quiero mencionar es el que surge de la entrevista que Obama le dio a Jorge Ramos y Maria Elvira Salazar en Univisión. Allí el presidente recogió una frase suya de la campaña anterior, la idea de que ‘no se puede cambiar Washington desde adentro sino desde afuera’. Más se tardó en decirlo que en aparecer el primer ataque republicano tergiversando el sentido de sus palabras. Desde ese mismo día Romey en Sarasota, Florida, retomó esa idea y atacó a Obama diciendo que ya estaba tirando la bandera blanca de la rendición porque no iba a poder cambiar Washington desde adentro.

Pero si uno escucha las palabras que dijo el presidente, se da cuenta de que, al contrario de lo que plantea Romney, Obama no se ha rendido sino que está invitando a los ciudadanos a trabajar ‘desde afuera de Washington’, es decir, desde todo el país, para presionar al Congreso, a Washington, para que haga su trabajo.

Yo sé que todos los políticos usan esas tácticas, pero lo grave es que esa dependencia en la mentira descarada es señal de la desesperación de la campaña republicana porque Mitt Romney no ha podido presentar su mensaje y su propuesta con claridad al público. Yo intento ver estas cosas con el mayor desprendimiento posible y trato de mantener una actitud crítica frente a ambos partidos. Pero es demasiado grave que los republicanos sigan adelante con esta campaña basada en medias verdades que son mentiras totales. Esto indica que están vacíos de propuestas, pero que de todas maneras van a seguir gastando los mil millones de dólares que han recaudad para seguir multiplicándolas por televisión. Porque, al fin de cuentas, como dice el dicho: ‘algo queda’.

La autodestrucción de Mitt Romney

Los acontecimientos de los últimos días me han convencido de que Mitt Romney no cree que pueda ganarle a Barack Obama y que esa convicción lo está llevando a su autodestrucción. Sus amigos en el partido republicano comienzan a creérselo también. Y, los votantes, a quienes no les gusta perder, están comenzando a verlo con claridad.

(Publicado originalmente 09/18/2012) http://especiales.caracol1260.com/eleccionesusa/noticias/la-autodestruccion-de-mitt-romney/20120918/blog/1763411.aspx

Quizás los largos años en busca de la candidatura y la necesidad de lograr el apoyo de dirigentes de un partido cada vez más radicalizado obligaron a Romney a cambiar sus convicciones y esto lo llevó a dejar de ser un líder para convertirse en un seguidor. Con tal de obtener la nominación, estuvo dispuesto a hacer lo que fuera necesario, pero ese curso ha mostrado ser demasiado caro, pues le ha costado su autenticidad.

Sus apariciones en los últimos días dan cuenta de un hombre que atraviesa por un profundo conflicto interno. Acosado por amigos y oponentes, se lo ve confundido a la hora de dar declaraciones, sin brillo para construir frases al vuelo. Un error lo conduce al siguiente. Romney rehuye la mirada de sus interlocutores y parece hablarle a una audiencia ausente, a un punto fijo en un lugar indeterminado entre él y aquellos a quienes se dirige. Está extraviado y lo sabe, pero no sabe cómo evitarlo, precisamente porque no está siguiendo su propio camino, sino el que le imponen sus aliados.

El candidato republicano está haciendo todo lo posible por hacer realidad ese deseo inconsciente de perder en noviembre y además está rodeado de colaboradores de un partido que ha hecho de la arrogancia un valor y de la falsa valentía un hito y, por lo tanto, no se pueden dar cuenta de ello. Sólo así puede entenderse que, precisamente cuando millones de personas viven la tragedia diaria del desempleo, el subempleo, la falta de dinero, la ausencia de recursos, Romney y su campaña deciden demeritar, castigar y despreciar a esas personas en necesidad.

Si estuviéramos en un momento de boyante economía en el que apenas unos pocos se encontraran en esa situación, se entendería el discurso republicano à la Reagan que convirtió en conservadores a la mitad de los estadounidenses. Pero, ¿justamente en medio de esta crisis tan espantosa se pone Mitt Romney a burlarse del 47 por ciento de los estadounidenses diciendo que se creen víctimas sin voluntad que sólo quieren más asistencialismo? Es señal de rampante ingenuidad que crea que quienes reciben estampillas de comida o seguro de desempleo o cualquier otra asistencia del gobierno apoyan a Obama y, por ende, los que no reciben esa asistencia son seguidores de Romney.

Pero quizá la más clara señal de derrotismo en la campaña es el hecho de que en un evento privado el candidato se atreva a otorgarle a su oponente, sin cortapisas, el 47 por ciento del electorado y que esto no provoque una rebelión entre sus filas.

La campaña de Romney necesita un serio ajuste, una transformación profunda para la que no les queda tiempo. La sociedad actual está en crisis y requiere de una sensibilidad que está ausente en el partido republicano, donde hoy se valora la dureza de carácter y no se aprecia a quien requiere de ayuda (excepto como sujeto de caridad, ya que esta da puntos en el cielo).

Desde el momento que decidieron que esta sería una batalla ideológica y no una lucha pragmática, los mismos republicanos abrieron la trocha por la que van rumbo a la derrota. Convencidos de que poseen la verdad, los radicales conservadores siguen forzando el curso cada vez más a la derecha y no dejan que se corrija. Además, cuentan con un líder que, en vez de conducirlos, los sigue hacia el abismo. Si no reaccionan pronto, la catástrofe electoral será de proporciones mayores.

Quizás es que a los republicanos les hace falta una crisis que los despierte y los obligue a reconsiderar los valores que con insensibilidad, promueven. Es la lección que, aunque tenga razón, eventualmente le toca recibir al más rudo del barrio. En todo caso, parece que se están llevando en esa dirección con el mismo abandono autodestructivo de su candidato.

Romney necesita ayuda, pero no se puede ayudar a quien, por arrogancia o por ignorancia, cree que no la necesita.

Historia de dos convenciones

La distancia entre Tampa y Charlotte se mide en millas (580, según Google) pero políticamente se mide en objetivos, entusiasmo y organización. Aunque son eventos similares, es como mirar las dos caras de una misma moneda.

(Publicado originalmente 09/06/2012 ) http://especiales.caracol1260.com/eleccionesusa/noticias/historia-de-dos-convenciones/20120906/blog/1756751.aspx

Mientras que la de los republicanos es ordenada y casi ascéptica, la de los demócratas es alegre y plural. En Tampa, todo está cuidadosamente dispuesto, cada persona en su lugar, cada quien ceñido a su discurso, los caminos claramente identificados de modo que cada paso que uno da, está predeterminado. En Charlotte, en cambio, hay más contacto con la gente, las conversaciones son más vivaces y no todo está tan ordenado. De hecho, nos costó un poco de esfuerzo y una larga caminata encontrar la mesa donde intercambiar credenciales para poder acceder al centro de la Arena y de siete personas a quienes preguntamos, una sola de ellas supo qué hacer.

Ambos eventos políticos tienen propósitos formales, como la confirmación de la plataforma partidista y la nominación de los candidatos, y también un propósito de campaña fundamental: motivar a la base de cada partido recordándoles los motivos de su lucha y qué les da identidad y los diferencia de sus oponentes.

Pero con estos eventos los partidos buscan despertar el entusiasmo y el interés de los independientes y, de ser posible, provocar un aumento en las encuestas gracias a la exposición en los medios como el que lograron los demócratas en Denver con Obama y los republicanos en St. Paul (aunque efímero) con la sorpresa de Sarah Palin en la fórmula vicepresidencial.

En ese sentido, ambas convenciones han logrado sus objetivos primordiales, pero el último es dudoso. Ninguno de los partidos ha sorprendido y el entusiasmo electoral este año está del lado de los republicanos, que ya estaban motivados antes de llegar a Tampa. Pero no han logrado llamar la atención de los independientes. Todo indica que la polarización continuará, que el Congreso seguirá trabado y que el país seguirá en suspenso mientras se cuentan los votos.

A pesar del esfuerzo por señalar qué los diferencia, los votantes parecen haber tomado su decisión desde hace meses y nada de lo que se ha dicho ha conseguido cambiar su opinión. Esta clase de eventos deberían servir para impulsar una tesis o la otra, pero en este caso no ha sido posible. Ni los temas sociales ni las propuestas económicas han logrado inclinar la balanza.

De modo que ambos partidos, pero en especial el demócrata, han optado por buscar motivar a sus bases para movilizar el voto interno porque los independientes indecisos están lejos, muy lejos y distraidos, y quizá sólo se decidan el día de la votación cuando lleguen a la urna y deban marcar en la boleta.

Para el partido demócrata es esencial movilizar a sus bases y le queda más fácil hacerlo con los temas sociales, como el derecho al aborto, el uso de anticonceptivos, el matrimonio gay y el apoyo a la educación, temas en los que marca un claro contraste con los republicanos. Pero si no consigue que sus militantes salgan a conseguir el voto, podrían ver escapárseles la Casa Blanca.

Para los republicanos el reto es mantener el entusiasmo entre sus militantes, algo que suelen hacer bien con el temor, como el llamado de Chuck Norris a evitar que Obama sea reelegido sino quieren que ‘los EEUU enfrenten 1000 años de oscuridad’.

En ambos casos, el voto independiente sigue siendo esquivo y las cuentas para obtenerlo son astronómicas. En una elección empatada, la decisión corre por cuenta del 6 por ciento de los votantes, pero sólo en los estados indecisos. Para lograrlo, cada partido inyectará millones de dólares en publicidad política pagada. ¿Cuánto costará cada uno de esos votos independientes y definitivos? Creo que si hicieramos la cuenta, nos daría verguenza.

La silla ocupada y las promesas vacías

El monólogo de Clint Eastwood durante la Convención Nacional Republicana quedó en la memoria de los estadounidenses mejor grabada que la imagen del candidato Mitt Romney. Lo que pareció en principio una buena idea, al cabo de las horas probó no serlo. Sin proponérselo, gracias a "Harry el sucio", los organizadores de la Convención pusieron en el escenario al presidente Barack Obama, su archienemigo. Qué ironía!

(Publicado originalmente el 09/04/2012 ) http://especiales.caracol1260.com/eleccionesusa/noticias/la-silla-ocupada-y-las-promesas-vacias/20120904/blog/1755637.aspx

Esto no habría sido problema si después Romney hubiese pronunciado un discurso memorable. Lo cierto es que a la mañana siguiente de la Convención, el candidato había sido relegado a un segundo y tercer planos. Las redes sociales estallaron con chistes, comentarios y reflexiones acerca de la silla vacía en vez de hablar del discurso del candidato.

Este error táctico demuestra un error estratégico del partido republicano. El hecho de que el mensaje se pierda a causa de un momento de comedia es señal de que el mensaje está vacío y que no tiene resonancia entre el público. Romney puede prometer que creará 12 millones de nuevos empleos, pero si no da ni una señal de cómo va a crearlos, bien podría haber dicho que creará tres o treinta millones: ¿cómo creerle? Lo mismo pasa con otras de sus promesas: sin detalles, sin señales de cómo piensa llevarlas a cabo, siguen siendo promesas vacías.

Los republicanos trataron de cambiar su imagen durante los días de la Convención, presentándose como sensibles y preocupados por los pobres. A través de sus dicursos, los republicanos nos informaron que quieren ayudar a los pobres con caridad, no con programas sociales.

En su discurso Romney dijo que habría querido que el presiente Obama triunfara en su gobierno, pero desde su primer día de gobierno del presidente Obama juraron que trabajarían para impedir su reeleccion. Mitch McConnell lo sijo explícitamente: "Vamos a hacer del presidente Obama un presidente de un solo término". Al dia siguiente el The New York Times publicó un editorial en el que acusó a Romney de querer cambiar la historia.

Las Convenciones son un circo cuidadosamente elaborado. En esta el Comité Nacional Republicano manejó cada palabra del discurso… excepto el de Clint Eastwwod, y ya sabemos el resultado.

En todo caso, millones de personas en el país ya tienen una imagen de Mitt Romney a partir de lo que escucharon la noche del jueves. Y muchísimas de esas personas no volverán a escuchar un discurso, porque no les interesa, de modo que su decisión está tomada, más allá de lo que suceda en estos tres meses. Esa es la belleza (e importancia) de las convenciones: son la vitrina más importante para dar a conocer a los candidatos y sus propuestas.

¿El efecto? Casi nulo. Una encuesta de Gallup (http://www.huffingtonpost.com/2012/09/03/mitt-romney-convention-speech_n_1851804.html) indica que republicanos y demócratas mantienen su decisión pre-convención. De los independientes, el 36 por ciento dijo que se inclina más a votar por Romney pero el 33 por ciento dice que no lo haría.

¿Cómo no va a ser así, si el mejor momento de la Convención fue la fantasmal aparición del presidente Obama? Ah, y Paul Ryan, con un discurso estructurado e inteligente y una buena manera de pronunciarlo, pero los vicepresidentes nunca han decidido las elecciones.

Si los demócratas no cometen un error al estilo de Harry el Sucio en su Convención en Charlotte, donde también estaremos, es posible que ellos obtengan un mejor impulso en las encuestas. Por ahora, creo que algún estratega republicano debe estar sintiendo el calor de las brasas de su garrafal error al promover la presentación de Clint Eastwood acompañado por la silla, que probó que estaba menos vacía que las promesas de Romney.

Unidos pero no tanto

El nominado es Romney pero no tiene todos los votos con él. El partido republicano no está dividido pero tampoco está unido. Muchos republicanos conservadores no van a votar por Mitt Romney sino en contra de Barack Obama.

(Publicado originalmente el 08/29/2012) http://especiales.caracol1260.com/eleccionesusa/noticias/unidos-pero-no-tanto/20120829/blog/1752120.aspx

Esa es la realidad que se desprende del bochorno que pasaron John Boehner y otros funcionarios del GOP durante la llamada a lista que concluyó con la nominación oficial del candidato. Un cambio de reglas de viva voz y que despoja a los movimientos de base de su capacidad para influir en las convenciones, provocó abucheos, rechazos y la salida de los delegados de Maine, que prefirieron no claudicar.

Quizás no sumen tantos votos como para alterar el panorama político del momento, pero sí los suficientes como para ser contados (un total de 190 delegados) y para entregarle varios estados a Ron Paul (Vermont, Rhode Island, Nevada, Mississippi y Iowa) a pesar de que no ganó ninguna de las primarias. Los militantes del movimiento que lidera el congresista por Texas están enojados con la decisión y seguro que mantendrán ese enojo por el resto de la campaña.

Es muy probable que la gran mayoría de ellos acabe votando a favor del candidato oficial, Mitt Romney, pero todos lo harían en un tono muy similar al que usó Ron Paul en un discurso reciente: "No puedo apoyar por completo a Romney". Como él, sus jóvenes no siguen necesariamente a un líder sino que tratan de seguir su conciencia, es muy probable que igual voten por el Partido Republicano para restarle poder al colectivismo que ven en Barack Obama y los demócratas. Pero lo harán con reservas y sin entusiasmo.

Algo similar sucede con el Partido del Té y muchos otros conservadores que siguen sin encontrar en Mitt Romney al candidato que de veras los represente. Pero todos ellos están de acuerdo en otro principio más básico: es más urgente vencer a los demócratas.

El verdadero huracán de Romney

Katrina, Gustav e Isaac no son los nombres de tres delegados a la convención republicana que se celebra desde este lunes en Tampa, Florida, sino los de tres huracanes que han tenido algo que ver con los republicanos.

(Publicado originalmente el 08/28/2012 ) http://especiales.caracol1260.com/eleccionesusa/noticias/el-verdadero-huracan-de-romney/20120828/blog/1751781.aspx

Katrina es recordado como el huracán que devastó la ciudad de Nueva Orleans y cuya administración es aún considerado como uno de los peores momentos del gobierno de George W. Bush.

De Gustav pocos se acuerdan de nombre, porque al fin de cuentas no resultó destructivo, pero ese era el huracán que se acercaba a los estados de la costa del Golfo de México durante la convención de 2008 en St. Paul, Minnesota y que, aunque no interrumpió el encuentro, sí le cambió el tono y el ritmo.

Este lunes, Rince Priebus, presidente del Partido Republicano, martilló sobre su podio para dar por comenzada la Convención e inmediatamente darla por suspendida, precisamente porque Isaac, el actual huracán, avanza con fuerza inusitada a un encuentro con la historia en una coincidencia casi siniestra, pues sucederá exactamente siete años después del devastador Katrina.

Como es apenas lógico, los organizadores de la Convención no quieren aparecer insensibles ante el potencial dolor que la tormenta puede llegar a ocasionar, ni tampoco quieren quedar pegados de las posibles imágenes de destrucción al lado de sus discursos políticos.
Por eso todos los asistentes están modificando mucho más que sus palabras y están cambiando su actitud para acercarse más a una realidad que la naturaleza impone sobre la nación y a la que no pueden sustraerse.

Los eventos de la Convensión siguen adelante, pero en su competencia por tiempo en los medios, se ven obligadamente disminuidos.
Muchos ven que la situación es tanto una dificultad como una oportunidad. Por un lado les impone la urgencia de limitar la fuerza con la que emiten sus discursos y es posible que hasta los obligue a bajar del todo el volumen para permitir que la nación responda a la emergencia, si la hay. Pero esto mismo les da la oportunidad de mostrar un corazón compasivo y atento a las urgencias que se imponen.

El verdadero reto, sin embargo, no es cómo sobreponerse a Isaac. El verdadero problema de los republicanos es cómo presentar a Mitt Romney como un candidato capaz de energizar y movilizar, no solo a los republicanos, sino a muchos otros estadounidenses. En medio de tanto ruido, su mensaje económico se ha diluído y por el momento sólo les llega a sus militantes. Pero para el resto de la nación, el candidato sigue siendo un gran desconocido. Como alguien decía: Barack Obama es el segundo en la mente de los estadounidenses, pero Mitt Romney es el tercero. La gran pregunta es, si en medio de Isaac y de las dificultades en transmitir su mensaje y mostrarse humano, el candidato conseguirá exitosamente presentarse ante los electores y convencerlos de votar por él.

Contraofensiva demócrata

Hasta hace unos días los republicanos venían ganando terreno, no solo por mérito propio, sino también porque los demócratas se lo iban cediendo, ya que parecían haber caído en la complacencia. Pero, como en todas las guerras, toda ofensiva encuentra su contraofensiva y cualquier avance puede tornarse en retroceso.

(Publicado originalmente 06/20/2012) http://especiales.caracol1260.com/eleccionesusa/noticias/contraofensiva-democrata-por-juan-pablo-salas-para-el-opinon/20120620/blog/1708651.aspx

Como el asunto de las elecciones se resuelve con votos y no con retórica, vale más una buena política que sume votantes que una buena retórica que no sume ni uno. De modo que los demócratas se lanzaron a la ofensiva en los dos frentes más importantes y valiosos del momento: economía e inmigración. Y ambos le ayudarán a ganar votos hispanos, que son fundamentales.

Ya para nadie es un misterio –ni siquiera para los comentaristas en inglés—que el voto latino es esencial en estas elecciones. Sí, es cierto que la economía es el principal factor que nos afecta a todos, blancos, negros, indios, latinos o, a la nueva mayoría inmigrante, los asiáticos. A todos nos importa el bolsillo. Pero también es cierto que el tema de la inmigración es un asunto que a los hispanos nos importa, aunque a veces nos de pena o pereza reconocerlo.

En el tema económico, el discurso de ambos candidatos la semana pasada en Ohio es un ejemplo de lo esencial que ese ese estado violeta y de lo clave que es el asunto de la economía. Aunque el discurso del presidente Obama resultó demasiado largo (seguro que ya están trabajando para rebajarlo en uno de quince minutos ), ayudó a perfilar una nueva posición en el tema económico para contrarrestar la insistencia republicana en recortes de presupuesto sin generar más ingresos. El presidente dijo que no basta con recortar el gasto, también hay que insistir en el crecimiento y el crecimiento se provoca con el gasto. Sin exagerar.

Pero en el tema inmigratorio es donde creo que la decisión presidencial de emitir una orden ejecutiva que permita un mecanismo para posponer la deportación de los jóvenes ‘dreamers’ donde obtuvo un éxito total.

Por un lado, apoya a un grupo muy vulnerable de jóvenes, en su mayoría hispanos, que encuentran una solución a su problema. Sirve para mostrar que al Presidente le importan los que sufren y también para demostrar liderazgo ante un Congreso inoperante y que no podrái resolver semejante problema en un año electoral. Al apuntarles a los jóvenes, Obama ayuda a convencer a otros jóvenes sensibles a apoyarlo con su voto.

Por otra parte, el ‘timing’ no podía ser mejor. Hoy les sirve como contraofensiva y les da la palabra, obligando a los republicanos a reaccionar, a defenderse, a atacarlo en un tema que Obama ya tiene resuelto y en el que no tiene que inventar arguementos, mientras que ellos sí. El proceso se tomará entre sesenta o noventa días, lo que lo pone en vigencia más adelante, cuando de veras se comiencen a ver sus resultados y a sumar los votos. Además, sirve para demostrar que en el tema inmigratorio, el presidente está más decidido que sus oponentes republicanos, lo que le da una ventaja extra y la posibilidad de mencionarlo en sus discursos, cosa que Romney jamás podrá hacer.

Los republicanos se quejan porque el plan tiene un propósito político y electoral. Muchas personas replican: Y, ¿qué? ¿Acaso si fuera un plan republicano no sería político? O, ¿hay algo que haga el presidente este año que no sea político y electoral? Lo critican porque ‘abre la puerta a más inmigración ilegal’, como declaró el senador Marco Rubio, pero eso no es cierto, porque los favorecidos por la medida ya están aquí desde hace años y ninguna persona que ingrese por estos días a EEUU ‘estimulado’ por esta medida, podría beneficiarse.

Finalmente, el representante republicano por Arizona, Ben Quayle, propuso una ley que propone prohibir la medida y que seguro fracasará, lo que los hace lucir como anti-inmigrantes, un estigma que seguirá persiguiendo a los republicanos durante estas elecciones. Enter otras cosas, gracias a todos los Quayles que pululan en ese partido.

Habrá que esperar a la contraofensiva republicana que seguro llegará primero en lo económico y después en lo migratorio. Todavía faltan las decisiones acerca de la Reforma de Salud y de la SB 1070 de Arizona que están por resolverse en la Corte Suprema y que tendrán impacto. Habrá que estar atentos, pero esta semana podemos decir que los demócratas reaccionaron desde la mejor plataforma que tienen disponible para hacer política: el poder, que es algo que los republianos no tienen

Al borde del barranco y sin paracaídas

La campaña presidencial ha entrado en una etapa más agresiva, pero de los candidatos tiene su discurso claro. Peor aún, ninguno de los partidos tiene clara la fórmula para acelerar la economía y generar empleo.

(Publicado originalmente el 06/07/2012) http://especiales.caracol1260.com/eleccionesusa/noticias/al-borde-del-barranco-y-sin-paracaidas/20120607/blog/1701867.aspx

Ambos bandos repiten los eslóganes y quieren convencernos desde ahora que poseen el secreto de la reactivación económica, pero es mentira. Lo único que han dejado ver con claridad es lo que ya hemos venido discutiendo desde hace años y que también se discute en Europa: gasto público vs. austeridad fiscal.

En Grecia y Francia han ganado las tesis de la izquierda: privilegiar el gasto público para estimular el crecimiento. En España y Alemania han prevalecido las tesis de la austeridad a toda costa. Ahora la Unión Europea quiere encontrar una fórmula intermedia que permita recortar la deuda pública pero que también estimule el crecimiento. Sin embargo, a juzgar por los resultados y por lo que se ha vivido en las bolsas de valores, no han encontrado cómo hacerlo.

Aquí en EEUU el dilema es similar. Mientras que el presidente Barack Obama promueve el aumento de impuestos para los más ricos para reducir el déficit, el republicano Mitt Romney propone que se recorte el gasto público (los programas sociales pero no el gasto militar) pero que no se incrementen los impuestos. En el Congreso, paralizado por la ideología y por ser un año electoral, ninguna de las dos tesis logra suficiente tracción y el país permanece en un limbo económico que ha mantenido la economía en un crecimiento tibio que no permite despejar la incógnita.

Los empresarios no ven claridad en su futuro y prefieren mantener guardado su capital, invirtiéndolo en negocios monetarios en vez de producir bienes, y por lo tanto el empleo no aumenta. Desde todos lados llegan quejas respecto al aumento desproporcionado del déficit fiscal, pero todos quieren que el déficit se reduzca sin aumentar los impuestos y sin recortar los gastos. Con así, ¿cómo pretendemos balancear el presupuesto?

Los políticos y los economistas no lo quieren admitir, pero lo cierto es que no tienen la fórmula que genere aceleración de la economía y crecimiento del empleo. Es más: si alguien la tiene, no la va a compartir en año electoral para ofrecérsela a su oponente. Los políticos están cuidando su pellejo y por eso, aunque tuvieran una solución disponible, no la van a aplicar este año, con este Congreso inoperante.

La Oficina de Presupuesto del Congreso, la famosa GBO, que no es partidista, nos ofrece dos luces claras en medio de esta oscuridad.

En un reporte reciente, acuñaron el término ‘barranco fiscal’ para referirse a lo que sucedería si se dejan expirar las exenciones de impuestos de la era Bush en enero y al mismo tiempo se aplican los recortes automáticos al presupuesto que ascienden a 1200 billones de dólares. En ese caso, el 2013 nos recibiría con una nueva recesión. Un golpe a la tesis demócrata.

Pero, contradictoriamente, días después esa misma oficina emitió otro reporte en el que sostiene que si se extienden indefinidamente los recortes de la era Bush, el déficit aumentará hasta el 200 por ciento del PIB para el año 2037. Un golpe a la tesis republicana.

En mi opinión, la solución va por el camino intermedio, pero ese requiere de políticos pragmáticos capaces de ceder y lograr compromisos, pero de esos quedan muy pocos, pues la polarización ideológica es la regla de hoy. Lo que veo y escucho es un rechazo ciego de la propuesta del oponente y ningún intento por encontrar un verdadero acuerdo. Mientras tanto, el país avanza hacia el borde del barranco y no se ha puesto el paracaídas. La pregunta clave es: ¿Con quién saltaremos al abismo?

Políticos ciegos para votantes sordos

Aunque la realidad del bolsillo es muy concreta, hablar de economía es aburrido. La mayoría prefiere quedarse con los eslóganes de campaña. Por eso los políticos simplifican sus mensajes hasta convertirlos en píldoras mágicas que solucionan los problemas de la nación y de los hogares tal como lo desea la gente: pronto y sin dolor.

(Pubicano originalmente 05/16/2012) http://especiales.caracol1260.com/eleccionesusa/noticias/politicos-ciegos-para-votantes-sordos/20120516/blog/1689377.aspx

Las propuestas de los candidatos en EEUU son opciones muy similares a las que tuvieron en frente los franceses y los griegos en días recientes: la austeridad de la derecha vs. el estímulo de la izquierda.

En el centro de ambas políticas hay un dilema astronómico: la deuda fiscal, que este año alcanzará el billón y medio de dólares. Sin embargo, ambos partidos pretenden reducir esa deuda aplicando políticas que, al contrario, la incrementan.

Los republicanos buscan reducir el déficit fiscal con recortes de gastos del gobierno, una píldora amarga y difícil de tragar. El GOP no plantea una reducción en defensa –de hecho, Romney propone un incremento en ese frente—sino en los programas sociales, conocidos en inglés como ‘entitlements’. Para dorar esa píldora, hablan de reducir aún más los impuestos, especialmente para quienes ya disfrutan de serios recortes impositivos, con la ilusión de que los empresarios reinyectarán ese dinero en la economía creando empleos, algo que hasta ahora no se ha visto. Hasta ahora las grandes corporaciones han preferido mantener el capital en sus manos en vez de invertirlo para generar crecimiento.

Por su parte, los demócratas proponen seguir utilizando al gobierno como gran empleador y como instrumento de reactivación económica. También proponen seguir reduciendo impuestos para la clase media, aunque insisten en que los más ricos deben pagar más. En vez de reducir los programas de asistencia social o ‘entitlements’, los demócratas proponen usar el dinero de los contribuyentes para sostener la ayuda a quienes lo necesitan, con la convicción de que ese dinero, al circular a través del comercio, ayudará a acelerar la economía.

En ambos casos, se trata de un espejismo. Ambos partidos proponen pagar la deuda y reactivar la economía reduciendo los impuestos. Los republicanos se tapan las narices y suponen que las familias que dejarán de recibir ayuda del estado de alguna manera se ‘reactivarán’ y saldrán adelante. Los demócratas, por su parte, se tapan los oídos y confían en que la reactivación económica alcanzará algún día a quienes reciben esa ayuda y regresarán al ciclo laboral realizando sus propios aportes. En otras palabras: quieren convencernos de que es posible salir del atolladero económico y del inmenso déficit fiscal, sin que nos cueste ningún esfuerzo.

Ambos partidos se equivocan: para salir de este lío será necesario hacer sacrificios, tanto los ricos, como la clase media y los pobres. Pero hablar de sacrificios suele ser una vía directa a la derrota electoral. De manera que, en vez de plantear con claridad las soluciones, las campañas están centradas en demeritar y desprestigiar al oponente. La guerra sucia es una ruta más segura de conseguir votos, sin necesidad de mostrar demasiado.

Demócratas y republicanos han hecho gala de su extraordinaria incapacidad para hacer propuestas realistas que de veras nos permitan tomar una decisión acertada. Pero, seamos sinceros: a los votantes nos resulta aburrido hablar de esas cosas y preferimos votar con nuestras convicciones ancestrales por delante, incluso si eso significa enterrarnos en la inoperancia. ¿Por qué, si no, los republicanos siguen eligiendo a miembros del Tea Party que garantizarán una mayor parálisis ideológica en el Congreso?

¿Dónde está la razón? ¿Se la tragó la ideología?