Monday, October 24, 2016

Una sombra crece en América

En busca de ese reencuentro entre opuestos que necesita nuestra gente, este domingo 23 acudimos con El Opinón al conversatorio al que convocó en el restaurante Mongogo’s de la ciudad de Doral el Centro Democrático al cual acudió su líder, el senador Álvaro Uribe.

"Sombra en U", foto del autor
Los temas principales que se trataron fueron las renegociaciones de los Acuerdos de La Habana y, de una manera un poco tangencial, la situación política de Venezuela.

El lugar estaba lleno de gente, demostrando que en Miami, Uribe tiene gran convocatoria y su gente está motivada. A la cita acudieron los representantes políticos de la derecha del sur de la Florida, el senador Marco Rubio, los representantes Ileana Ros-Letinen, Mario Díaz Balart y Carlos Curbelo y el anfitrión, el alcalde de Doral, Luiggi Boria. Sin embargo, estuvo claro durante toda la jornada que el líder de todos ellos es Álvaro Uribe. Y, no lo digo de una manera despectiva o crítica, sino simplemente para resaltar un hecho claramente visible.

En la mirada de la representante Ros-Letinen, por ejemplo, quien tuvo que retirarse temprano, se veía el mismo fervor que había entre las senadoras colombianas que acompañaban a Uribe y sus más fervientes seguidoras y seguidores del público. Como no suelo acudir a esta clase de eventos, me sorprendió ver tanta exaltación, especialmente cuando no se trata de un candidato en campaña sino de un expresidente que se ha mantenido en la política.

Más adelante referiré los elementos específicos de lo que dijo Uribe acerca de los Acuerdos de La Habana, algunos de ellos novedosos. Pero ahora quiero centrarme en lo que en El Opinón interpretamos que está ocurriendo con el uribismo en la política de nuestra ciudad y el impacto que esto tendrá en el Hemisferio.

Modelo internacional de la nueva derecha

El Centro Democrático ya tiene en Florida dos oficinas, una en Miami y otra en Orlando. Esto demuestra el fuerte interés de ese partido en los colombianos de la Florida quiene siguen votando masivamente por su propuesta política, algo que quedó confirmado con el resultado del Plebiscito en el que el No ganó con una fuerza equivalente a la del resultado de las elecciones presidenciales de 2014. Pero esto es solo la mitad de la cuenta.

El otro objetivo que podemos deducir de esa inversión en oficinas partidarias en este importante estado también tiene efectos en la política de la Florida, como queda demostrado con la presencia de Rubio, Ros-Letinen, Díaz-Balart y Curbelo y la coincidencia programática que esto representa. Está claro que el coto de caza que es nuestra comunidad hispana tiene relevancia más allá de las fronteras del estado y vale tanto para los intereses de Álvaro Uribe en Colombia como para los intereses de los políticos locales.

Lo que detectamos es que aquí se ha configurado una alianza entre hermanos ideológicos y sus consecuencias son hemisféricas. Mientras que los demócratas ven pasar estos sucesos sin intentar contrarrestarlos con movidas similares, los republicanos aprovechan las coincidencias y se montan al tren del Centro Democrático que se va consolidando como una fuerza política de derecha con intereses en Colombia, Estados Unidos, México, Venezuela y Centroamérica y, sin duda, también en otros países de Suramérica, aunque suponemos que ese esfuerzo se hará visible más adelante.

Y, es que el votante hispano se ha convertido en un elemento clave en Estados Unidos, pero su manejo es complejo, dado que toma varios años en convertirse en ciudadano y otros más en entender la política del país y más aún en llegar a interesarse por ella. La inversión es a largo plazo y los temas que interesan son variados.

Sin embargo, el sur y el centro de la Florida esos intereses son más homogéneos. Las comunidades cubana, colombiana y venezolana que habitan estas calles están unidas en su deprecio a lo que ahora se les dio por llamar castrochavismo. Esa fue la palabra clave entre los colombianos que votaron No en el Plebiscito, aunque no figura en ninguna parte en los Acuerdos entre el Gobierno y la guerrilla de las FARC. Pero como estos fueron negociados, redactados y lanzados desde la capital de la isla comunista, para los seguidores de Uribe, Rubio, Ros-Letinen y Díaz-Balart basta con que hayan salido de La Habana para que sean despreciables.

El voto hispano vale por dos

El voto hispano va adquiriendo además otra característica que lo hace aún más apetecible: vota doble. A medida que su población en la diáspora va creciendo, la mayoría de nuestros países van modificando su política nacional para permitir la participación política de los cientos de miles de personas que viven en el exterior. Aunque la convocatoria no es todavía muy numerosa en la mayoría de los casos, en las democracias polarizadas que vivimos es fácil ver cómo esos votos se hacen apetecibles para cualquier político. Como se acaba de ver en Colombia y no hace mucho se vivió en Argentina, una elección puede ser definida por un puñado de votos.

Por eso no es de extrañar que los republicanos estén aprovechando la ventaja que tienen al tener a la mayoría de los funcionarios electos del sur de la Florida en sus manos, y una coincidencia ideológica tan fuerte con Álvaro Uribe. Cada votante del uribismo suma en ambas casas y vota con la misma lealtad aquí y allá. Su desprecio por todo lo que se parezca a la izquierda los hace aliados naturales de los republicanos y eso es algo que aquí se entiende con claridad.

Los venezolanos tienen menos capacidad orgánica que los colombianos del Centro Democrático. La oposición venezolana ha sido más errática en sus propuestas y actualmente libra una dura batalla contra el PSUV. Además, aunque algunos son de derecha, en la MUD se ven obligados a convivir con todas las vertientes políticas de centro y de centroizquierda, por lo que son menos homogéneos. Por supuesto que cuentan con el apoyo de los políticos locales (de hecho, Rubio y Ros-Letinen han sido quienes promueven sanciones contra el régimen de Maduro), pero localmente no tienen todavía la misma capacidad de movilización que los colombianos de Uribe. Esto no quita, claro, que sean igualmente apetecidos y por eso en el conversatorio de Mondongo’s, todos los que tomaron el micrófono aprovecharon para referirse a Venezuela y ofrecer su apoyo.

Uribe: un líder hemisférico

En conclusión, se va haciendo cada vez más claro que Álvaro Uribe no es un líder solamente para quienes le expresan su fervor a través del Centro Democrático. A pesar de contar con serios enemigos y duros oponentes, el expresidente colombiano se proyecta a nivel hemisférico. Su influencia no se limita a los asuntos de Colombia, sino que hoy se lo ve como un aliado de importancia para quienes desde la derecha quieren promover sus ideas y encontrar recursos, herramientas y experiencia.

No hay en el Continente ningún otro líder de izquierda o derecha que tenga tanta visibilidad y que se mantenga en actividad en su país y fuera de él como Uribe. Quizás habría podido hacerle contrapeso alguien como Hugo Chávez –y su fantasma está en el término que el mismo Uribe acuñó: castrochavismo-, pero Nicolás Maduro no es Chávez y Rafael Correa tampoco.

En ese sentido, los republicanos en Estados Unidos van ganando de mano y los demócratas parecen estar dormidos. Quién sabe si después de finalizar su mandato Juan Manuel Santos tendrá suficiente prestigio y motivación para hacerle contrapeso desde la centroderecha o desde el una alianza de centro, pero hoy tiene una papa caliente que resolver con los Acuerdos y ese debe ser su desayuno, almuerzo, cena y merienda hasta conseguirlo. No sabemos en qué tónica querrá mantenerse en la política, si en calidad de Senador o tras bambalinas, como había sido tradición antes de que llegara Uribe. Tampoco sabemos qué efecto tendrá en su prestigio el logro que está por conseguir.

Despertar o ver pasar la carroza

Por todas estas razones vemos que el Centro Democrático de Colombia es la punta de lanza de una ofensiva de la derecha hemisférica para aprovechar las herramientas de la democracia para hacer avanzar su agenda en nuestras naciones. Su influencia en los Estados Unidos se mide tanto en los votos hispanos que puede poner –especialmente en Florida- como en los gobiernos que puede influenciar. El voto cubanoamericano puso a George W. Bush en el poder. ¿Quién sabe si en ocho o doce años no llegaremos a un punto similar y sea el voto colombiano y venezolano el que lo resuelva?

Si el Partido Demócrata en Estados Unidos tiene planeado contrarrestar esta fuerza, deben saber que llega tarde a la fiesta y que deberá hacer una verdadera inversión en dinero, en personal y en campaña. Además, debe buscar un liderazgo presentable que surja de alguno de nuestros países y se pueda proyectar como lo está haciendo el uribismo. Este ejemplo demuestra que la Reforma Migratoria no es ya la motivación principal de los latinos.

Y, las demás vertientes políticas del continente deben despertar y aprender, o dentro de unos años verán pasar la carroza con los seguidores del uribismo encaramados en ella.


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Friday, October 21, 2016

La era de la ira

Brexit en Gran Bretaña, Duterte en Filipinas, la salida de Rousseff en Brasil y el No en el Plebiscito de Colombia son fenómenos políticos que están relacionados entre si. Todos forman parte de una ola de rabia que recorre al mundo y que está impulsada por los conservadores. En Estados Unidos el capitán de esa ola es Donald Trump, algo que puede verse con claridad en su rostro enojado y sus bufidos en los debates presidenciales así como en los insultos y las expresiones iracundas de sus seguidores en sus mítines.

"Dalí y el leopardo", dibujo
del autor
El mundo está viviendo una era de ira, y esta suele ser más poderosa que la esperanza.

Los expertos saben que hay dos emociones especialmente útiles en la política y que a la hora de las elecciones son las más fáciles de manipular. Existen empresas que manejan imágenes de candidatos y de campañas que conocen muy bien cómo agitarlas en el electorado para conseguir los resultados esperados. Hace ocho años en Estados Unidos ganó Barack Obama montado en la esperanza del “Sí se puede” del primer presidente negro de la historia. Hoy los republicanos, a quienes se han sumado una gran cantidad de votos blancos y masculinos que han salido de las sombras, están motivados por la rabia y la frustración. El suyo es un voto “en contra”, producto de las derrotas acumuladas.

Pienso que hay fuerzas en nuestras sociedades que se contagian como las enfermedades o que funcionan como las olas del mar. En plena era del meme, mucha gente está furiosa, frustrada, cuenta ahora con esa herramienta y las redes sociales para ventilar esa rabia y frustración y multiplicarla por montones.

Las causas de esa ira son muchas. La lenta recuperación desde la Gran Recesión ha mantenido la economía del hogar en niveles de depresión. A ello se le suma el malestar que la gente siente por las cada vez más profundas desigualdades, por los actos de corrupción de los políticos y los poderosos. Durante años hemos visto cómo las instituciones se pueden usar para beneficio de unos pocos y la desventaja de la mayoría. Hoy hay tanta incertidumbre y desconfianza en las instituciones que no se sabe a dónde acudir.

Esa frustración se convierte en apatía entre los jóvenes y sus consecuencias han sido funestas. En Gran Bretaña fue el voto inmóvil que permitió que por un escasísimo margen ganara la salida de la Unión Europea. De nada valieron sus quejas y reclamos después de la elección: los mayores, que saben del poder que representa su voto, lo aprovecharon para dejarlos fuera del futuro europeo.

En Colombia sucedió algo similar: la rabia agitada por la propaganda del “No” hizo que muchos de los que están enojados con el Gobierno y que detestan a las FARC salieran a votar (otro ejemplo del poder del meme). Por suerte, el margen de triunfo del No en el Plebiscito para refrendar los Acuerdos de paz entre el Gobierno y las  FARC fue tan estrecho (apenas 0,43% de diferencia) que no puede considerarse un mandato. Después de los resultados, los sectores que se han radicalizado en su oposición a los Acuerdos son los más cercanos al Centro Democrático. Más importante que ese factor, es lo que ha sucedido en la sociedad civil: desde el primer día, con la movilización de los jóvenes, hasta hoy, se ha mantenido en las calles respaldando especialmente a las víctimas del conflicto, que son quienes de veras lideran el movimiento que insiste en concretar la paz.

El peligro radica en que en esta era, la ira tiene el impulso y la iniciativa. En el caso estadounidense, el peligro es serio y las consecuencias podrían ser funestas para el mundo. Basta observar lo que ocurre en Filipinas con Rodrigo Duterte, donde otro político impredecible y rabioso abrió las puertas a las ejecuciones extrajudiciales y terminó rompiendo su histórica alianza con Estados Unidos para entregarse a los brazos de China. Los filipinos lo lamentarán, pero Iacta alea est.

Considerando que el peligro es que la ira lleve a los estadounidenses a elegir a Donald Trump, mal hacen los demócratas en buscar oponerse con un discurso de esperanza que no contenga la semilla de la frustración de donde proviene la rabia. Lo que plantea Hillary Clinton, aunque muy sesudo y positivo, acaba sonando abstracto a los oídos de quien se siente frustrado. A eso se le agrega que el discurso de Trump consiste en denunciar el desprestigio de la clase política a la que Clinton pertenece, lo que le suma dos factores de alto riesgo para la candidata demócrata.

Al final, ganará quien consiga sacar el voto. Trump ha conseguido movilizar una buena parte de los estadounidenses que estaban inertes o al margen de la participación política. Sin Obama a la cabeza de la lista, ¿cómo pueden ganar los demócratas?

Con la ira de las mujeres. Donald Trump ha sido un mujeriego machista toda su vida. Su trato despectivo al sexo femenino es tan visible, que la gente se burla cuando asegura que “nadie las respeta más” que él. Hoy millones de mujeres se sienten agredidas por el candidato y es esa la rabia que deben impregnarle a su voto. Y, nosotros, sus compañeros, debemos sentirnos igualmente indignados por el trato que Trump y sus seguidores prometen convertir en regla de nuestra sociedad con su rechazo a lo ‘políticamente correcto’, que no es sino una excusa para poder insultarnos todo lo que se les dé la gana.

Es lamentable, pero parece que debemos subirnos a esta ola de rabia que recorre el mundo y votar en contra de quienes amenazan con destruir las libertades y el respeto que nos quedan y así evitar que se salgan con la suya. Sin embargo, como dice Michelle Obama, ‘cuando ellos van bajo, nosotros vamos alto’, así que hay que votar con rabia, pero con altura, sin insultos, con respeto.

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Monday, October 17, 2016

Reencuentro de unidad

Para los colombianos, el resultado del Plebiscito nos abrió una oportunidad única de estar unidos por la misma causa. Por primera vez en dos siglos y pico de existencia, los colombianos estamos del mismo lado en algo que no es un partido de la Selección o una carrera de Nairo o un salto de Caterine Ibargüen. Por una vez los colombianos quedamos metidos en la misma chiva.

"Reencuentro de unidad", dibujo del autor
No es necesario cambiar nuestra forma de pensar ni dejar de ser quienes somos. Pero sí debemos ser responsables y útiles. Es hora de que cuidemos el lenguaje con el que hablamos, que pongamos por delante el respeto y nos hablemos sin que la enemistad sea lo que nos motive. Por una vez estamos obligados a actuar con consideración al oponente. Sabemos que si hacemos bien esta tarea, el premio será muy grande para nuestros hijos pues les heredaremos una nación sin guerra y que usa la palabra para hacer política.

Los de Sí quedamos tristes porque no logramos lo que queríamos y cuando lo queríamos. Los del No quedaron contentos porque ganaron, pero quedaron comprometidos con el país. Muchos indiferentes se dieron cuenta de que no podían seguir al margen de la historia. Los jóvenes se despejaron y dieron ejemplo de movilización. El Gobierno aceptó su derrota y se sienta a ver cómo resuelve este entuerto. Las FARC se quedan quietas pero firmes en su compromiso y no desatan la guerra. El ELN se suma –a su manera, pero se suma. La comunidad internacional nos da un compás de espera. Y la gente se moviliza, se moviliza de todas las maneras posibles para demostrar que sí queremos salir de este enredo y lanzarnos a una nueva era de nuestra historia.

Sí, cada parte tiene sus objetivos particulares y cada quien guarda y esconde parte de sus pretensiones. Pero en esta ocasión estamos todos metidos en el mismo lío y de ahí debemos salir todos juntos.

El tema sigue siendo el más importante para todos, como lo demuestran las columnas en los periódicos, las acciones en las calles y el diálogo en las redes sociales.

Es urgente que actuemos bien y que lo hagamos pronto. Somos conscientes de que el tiempo no está a nuestro favor y que debemos hacer las cosas con buena letra pero también son la suficiente premura como para que no se nos recaliente el sancocho nacional. Es hora de ser creativos, de hacer propuestas efectivas, de resolver las diferencias y lograr un nuevo Acuerdo que tenga alcance nacional.

Lo planteo desde el optimismo y no desde la ingenuidad. No creo que las enemistades se hayan arreglado por arte de magia ni que estemos todos poseídos por un espíritu de bondad. Pienso, sí, que podemos ser pragmáticos, efectivos, conscientes de que una oportunidad como esta no aparece sino una vez en la historia y no podemos desperdiciarla.

Para que esto funcione, hay que dar para recibir. Hasta ahora todo indica que todos hemos dado algo y ahora estamos en el momento decisivo en el que pedimos lo que queremos. Las propuestas están sobre la mesa y deben ser evaluadas y conciliadas con las demás y con lo acordado previamente. Es necesario encontrar la fórmula jurídica y constitucional que permita refrendar los nuevos Acuerdos y ponerlos en ejecución. De eso deben encargarse lo que puedan dar las respuestas apropiadas –comenzando por la Corte Constitucional. Entretanto, los colombianos de a pie debemos mantenernos atentos, pacientes y movilizados para que esa presión la sientan quienes están negociando, para que hagan bien su trabajo y lo hagan en tiempo y forma.

Es hora de que todos pidamos el fin del conflicto armado y construyamos en conjunto una nueva forma de hacer política en Colombia. Esta es la oportunidad de comportarnos como una sociedad que está dispuesta a hacer los sacrificios personales necesarios para alcanzar el bienestar de todos.

No es necesario dejar de ser lo que somos. Nuestras diferencias nos fortalecen, pero no pueden ser motivo para destruir a quien piensa diferente. Si aprendemos esa lección, si nos aplicamos a cumplirla, alcanzaremos este objetivo concreto que está delante de nosotros y podremos proyectarnos como sociedad, como nación, en una nueva dirección.

Yo creo que es posible. Yo estoy dispuesto a hacerlo. ¿Usted también?

#ReencuentroDeUnidad


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Monday, October 10, 2016

OCDE alerta de "falta de confianza" hacia democracia, sobre todo de jóvenes

Este cable de EFE parece indicar que hay coincidencias de análisis como las planteadas aquí: el desencanto en las instituciones tiene enferma a la democracia, y los jóvenes son la punta de lanza (como siempre) de ese desencanto.

Hay una relación entre Brexit y el Plebiscito como la hay con las elecciones en EEUU. Ese desencanto, manifiesto en las urnas (por ausencia o por enojo) ha provocado resultados inesperados, incómodos y desfavorables. Será que el 'angry vote' nos conduce a Trump?

A continuación el cable de EFE...

México, 10 oct (EFE).- El secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), Ángel Gurría, alertó hoy de una creciente "falta de confianza" hacia los Gobiernos, la iniciativa privada y, en última instancia, la misma democracia, especialmente entre los jóvenes.

"En virtud de la tasa de crecimiento, el alto desempleo y las desigualdades, hay un problema de falta de confianza de la población, sobre todo de los jóvenes", dijo el titular de la OCDE en un mensaje a medios desde el Palacio Nacional de México.

Acompañado del titular de Hacienda mexicano, José Antonio Meade, Gurría recordó que actualmente el mundo padece una "desigualdad" que se ha "acrecentado" tanto en las "economías más desarrolladas" como en los "países en desarrollo".

Este fenómeno se ha traducido en mayor desempleo y menor crecimiento económico y ha hecho que la población desconfíe en instituciones creadas en el último siglo, como "autoridades públicas, parlamentos, sistemas bancarios, multinacionales e, incluso, la democracia", remachó.

Este desencanto hacia el sistema democrático ha propiciado recientemente "dos accidentes"; el "brexit" -referendo que llevó a la salida del Reino Unido de la Unión Europea- y la victoria del "no" en el reciente plebiscito para ratificar el acuerdo de paz en Colombia con las FARC.

"Los jóvenes de Inglaterra no votaron y permitieron que otros definieran su futuro", destacó el secretario general de la OCDE, nacido en Tampico, en el nororiental estado mexicano de Tamaulipas.

Asimismo, destacó que en el plebiscito sobre la paz en Colombia, que debía "culminar" con cuatro años de negociaciones, solo votó un 37 % de la población llamada a las urnas.

De estos, poco más de la mitad -cerca del 18 % de los electores- decidió sobre el futuro del país, subrayó.

"Tenemos un problema mundial y global de falta de confianza y es un tema que hay que abordar de manera especifica y concreta, con una comunicación mejor", remarcó.

Gurría, que fue secretario mexicano de Hacienda y Crédito Público de 1998 2000, analizó la situación económica en México ante "un entorno muy complicado" donde los pronóstico mundiales han ido a la baja.

La OCDE redujo hace apenas dos semanas el crecimiento mundial promedio para el presente año hasta un 2,9 %.

"El hecho es que todavía ocho años después de la crisis no volvemos a al tasa promedio de 4 % de antes de la crisis", apuntó.

En este contexto, celebró que México tenga un crecimiento mayor al del promedio de los 34 países miembros de la OCDE, que es de entre el 1,5 % y el 1,8 %.

Para 2016, el Gobierno mexicano estima un crecimiento de entre el 2 % y el 2,6 %, mientras que el Banco de México prevé un aumento del producto interno bruto (PIB) de entre el 1,7 % y el 2,5 %.

Ello, agregó, en un entorno en el que principales economías de América Latina están "en negativo".

"Cuando el mundo entero está creciendo poco o no crece, venderles al mundo entero se vuelve más difícil", subrayó.

Gurría, de visita México este lunes y martes, participará en la firma de convenio para combatir la corrupción en entes públicos y presentará un estudio de la OCDE sobre gobernanza pública dentro del Sistema Nacional de Fiscalización de México. EFE

mqb/rac/arm

Sunday, October 9, 2016

Los peligros del “angry vote”

A pesar de todo lo que se ha denunciado y dicho respecto a su delirante personalidad, ¿podría todavía el ‘angry vote’ hacer ganar la Casa Blanca a un personaje como Donald Trump? El peligro es latente y las consecuencias pueden ser funestas, no solo para los estadounidenses, sino para todo el mundo.

"The Pump at Broad Street,
London, 1854,
Source of Cholera Epidemic",
dibujo del autor
Creo que algunas lecciones las tenemos en otros procesos recientes en los que los resultados han sido inesperados e imposibles de calcular. ¿Qué pasó en el Plebiscito en Colombia? ¿Qué pasó en el Brexit en Gran Bretaña? ¿Qué ha pasado con las democracias que los pueblos toman decisiones tan inconvenientes para ellos mismos?

Lo que ha pasado es que las elecciones se han convertido en un asunto de mercadeo y publicidad, que los políticos y sus estrategas aprendieron a tocar los instrumentos de la democracia de manera magistral para lograr sus objetivos.

Veamos el caso colombiano, que está más próximo en tiempo y afectos.

Cuando aún no salíamos del desconcierto que causó el triunfo del No por 0,43% de los votos con un 63% de abstención, apareció una entrevista en el diario La República en la que pudimos enterarnos, de primera mano, de algunos de los secretos con los que se había manejado la campaña del No, revelaciones de vanidad hechas por el mismísimo Gerente de la campaña, una verdadera confesión, si se quiere. Ese mismo día, en medio del escándalo que se armó, el líder del No censuró y contradijo a su Gerente, obligándolo a renunciar al partido Centro Democrático.

A pesar del desmentido, yo le creo más al Gerente Juan Carlos Vélez Uribe que al expresidente Álvaro Uribe Vélez. No se necesita ser muy allegado ni haber estado en las reuniones de estrategia para distinguir cómo manejaron el mensaje. Bastaba con escuchar el mensaje, ver con qué pasión lo que reproducían con tanta disciplina los seguidores de Uribe, los cristianos, los admiradores de Ordoñez y los dos o tres seguidores que le quedan a Pastrana.

Era claro que la idea era aprovechar la impopularidad de los principales protagonistas de la historia, convertir en el imaginario a Juan Manuel Santos y a la guerrilla de las FARC en aliados: de ahí la insistencia en que lo que nos esperaba era el castrochavismo, que lo que se avecinaba era el socialismo del siglo XXI de la mano de dos enemigos que, al cabo de seis años, habían conseguido dirimir sus enemistades.

He ahí el peligro que enfrentamos en EEUU: que un voto enojado y ‘berraco’ como el de No en Colombia, o el del Brexit en Gran Bretaña, nos deje con Mr. President Trump. Todo porque los estrategas y mercachifles de un lado han sido más efectivos en entregar su mensaje y movilizar a sus huestes. Todo porque Trump ha sido un mago de la manipulación de la televisión reality.

Porque de eso se trata todo: de lanzar el mensaje y conseguir que la gente que lo escucha y lo recibe como uno quiere se sienta motivada para salir a votar. Porque votar es un acto de absoluta trascendencia en las democracias, pero la gente actúa y decide como si se tratara de una cita de ex cónyuges después del divorcio.

El ejemplo colombiano es perfecto. El Sí venía trabajando durante años en la elaboración de los Acuerdos, en la negociación, en el negocio de la paz, de unir lo que estaba desunido, en crear las condiciones para establecer una nueva realidad de convivencia. Su esfuerzo estuvo centrado en convencer a los líderes de las FARC de aceptar los acuerdos que se les proponían, de admitir que tenían que confesar sus delitos, entregar sus armas, desmovilizar sus tropas, devolver a los niños, dejar de hacer la guerra, esos detalles del Proceso; y de convencer a los colombianos de la conveniencia del final del conflicto, de sus beneficios.

El No, en cambio, lo único que tuvo que hacer fue agitar el sonajero durante todo ese tiempo: cero esfuerzo, gran ganancia. No se desgastaron yendo a La Habana, tampoco tuvieron que convencer a nadie: sus huestes estaban ya compuestas de una multitud de uribistas convencidos de que Juan Manuel Santos los había traicionado y otra multitud de colombianos que odiaban (y siguen odiando) a las FARC. Lo único que tuvo que hacer el senador Uribe durante todos esos años de negociación fue mantener a esas fuerzas agitadas.

A la hora del Plebiscito, cuando quedaban apenas semanas para decidir, según confesión de uno de sus principales protagonistas, manipularon el mensaje para conseguir que la gente, su gente, saliera a votar enojada, angry.

El Sí cometió varios errores tácticos que acabaron siendo estratégicos. Por ejemplo, el derroche de la ceremonia en Cartagena de Indias fue visto por muchos como un gesto de ‘esto ya está hecho’. El mensaje que nos llegó a todos fue que ya estaba resuelto el asunto. Para colmo, las encuestas ayudaron al No, porque daban al Sí unas ventajas imposibles de superar. En conclusión, como en Gran Bretaña, los incrédulos, los perezosos, los apáticos (y los jóvenes rumbeados) se quedaron en casa y los que sí salieron a votar fueron los que estaban ‘berracos’, como nos dijo el señor Vélez Uribe.

Ahora estamos tratando de recomponer lo deshecho por el Plebiscito y yo tengo fe en que seremos capaces de resolverlo. Así lo he dicho desde el principio.

Sin embargo, este artículo trae otra advertencia: aquí, en EEUU, puede ganar el voto emberracado de los seguidores de Donald Trump que ya han demostrado que nada los va a mover de su puesto. Ni si quiera la denuncia en el Washington Post de que el hombre es un abusador serial que se ha aprovechado de decenas de mujeres durante su vida, gracias a su poder y dinero. De hecho, la reacción del candidato ha sido la de irse lanza en ristre contra Hillary Clinton por los pecados de su marido y contra los republicanos que lo han rechazado a él ‘por hipócritas’ (los ‘traidores’, como veían los uribistas a Santos o a la Unión Europea los del Brexit).

Las encuestas no han cambiado. Y, es mejor que no lo hagan, a ver si el susto de que gane Trump los enoja y los moviliza, como unas encuestas diferentes habrían podido motivar a los milenials a votar en el Brexit o por el Sí en Colombia.

Porque si algo hay que aprender de esas elecciones es que el que gana es el voto enojado, el voto arrecho, el voto emberracado, el voto del que está motivado. Hasta ahora había ganado el miedo (como cuando ganó su reelección George W. Bush) o la esperanza (como cuando ganó Barack Obama), pero hoy el voto que suma es el enojo, y yo no veo a los estrategas demócratas sacando a relucir el enojo de los que sentimos que es indigno lo que nos ocurre en este país, que el más misógino, xenófobo, discriminador y abusivo de los candidatos tenga todavía un chance de ganar.

En EEUU hay muchos blancos que se sienten enojados convencidos de que han sido desplazados por la inmigración; muchos cristianos que se sienten amenazados por el islam; muchas mujeres no feministas a quienes parece no importarles que un hombre abusivo llegue al poder; muchas personas que se han dejado enojar durante años de adoctrinamiento por FoxNews, Rush Limbaugh, Glenn Beck y ahora Breitbart. Han sido años de ir construyendo las bases del desastre que se avecina. Entretanto, los demócratas no han conseguido simplificar su mensaje, avivar su lenguaje y azuzar a sus votantes.

Yo no sé si entre mis escasos lectores habrá alguno que consiga llevar el mensaje al tope de la lista, a alguien que comprenda que es urgente que se despierte la pasión entre el votante de Hillary Clinton para conseguir que se sienta enojado para salir a votar el 8 de noviembre. De no sentir pasión por lo que va a conseguir, lo que nos espera es un verdadero desastre global: la toma del poder en EEUU por Donald J. Trump, un desastre mil veces peor que el triunfo del Brexit y del No, un daño irreparable a nuestro mundo.


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Wednesday, October 5, 2016

Incertidumbre y optimismo

El resultado del Plebiscito nos obligó a todos a reformular nuestros planes, más no nuestros principios. Aún seguimos sentados a la mesa y el juego es el mismo. El voto del domingo simplemente permitió barajar y repartir de nuevo.
"Tom Waits Paris 1982", dibujo del autor

Los malestares están casi intactos, en algunos casos peores, especialmente entre los del Sí, que esperaban un resultado mucho más favorable. Sin embargo, esa rabia, esa incomodidad, esa incertidumbre no permite ver lo positivo de esta coyuntura, y eso es lo que quiero resaltar aquí.

Los del No ganaron, es cierto, pero la victoria los obliga a perder un poco. Antes del Plebiscito, su lenguaje, sus planes, sus expectativas eran de rechazo total al Acuerdo y de desconocimiento de la guerrilla como un interlocutor en el diálogo. “No se negocia con terroristas”, era la frase de moda. Hoy, en cambio, están obligados a ser partícipes activos del nuevo Acuerdo que surja de este proceso.

Los del Sí perdimos, pero no podemos perder de vista la oportunidad que aquí se abre.

Hay que aclarar que no todos vemos de la misma manera lo ocurrido, ya que los del Sí somos un movimiento menos homogéneo que los del No, que insisten en decir que no son solamente el Centro Democrático y que no son todos uribistas. A pesar de ellos, de ese lado hay una visión más parecida de lo que querían, aunque no necesariamente de lo que ahora quieren.

En el campo del sí había varios sectores. Por un lado estaba el Gobierno, es decir, Juan Manuel Santos y sus negociadores y ministros. A ellos se sumaba, muy cerca, la gente de la Unidad Nacional, que tenía un interés político en el asunto. A cierta distancia están otros movimientos, particularmente la izquierda y el Partido Verde, por ejemplo, que tenían un interés particular en la desmovilización final de las FARC. Y, un poco más lejos, un montón de gente que no se identifica particularmente con uno u otro sector sino que creyó que este era el momento para sacar del camino la excusa histórica de que nuestros problemas se los debemos a la guerrilla. Las víctimas que quieren el cese de hostilidades y ya están listas para perdonar; las zonas rojas, que votaron Sí convencidas de que esto se puede arreglar y porque lo necesitan con urgencia. En fin, muchos más.

Claro, del lado del Sí también estaban las FARC, que a través de esta negociación ganaban el reconocimiento como fuerza beligerante y conseguían salvar su pellejo político e impedir que 52 años de guerra acabaran en el basurero de la historia.

Y, de ese lado también estaba la comunidad internacional, con gran interés en ver si uno de los conflictos del presente encontraba un sendero para resolverse y serviría de ejemplo para otros. Para EEUU era la muestra de que su Plan Colombia había funcionado; para la ONU era una bandera blanca en un mundo convulsionado y un ejemplo para otros; para Cuba y Venezuela era una limpieza de cara; para Noruega era una medalla como mediador y para Chile era un buen impulso diplomático.

Ninguno de estos actores queríamos continuar con la guerra. Tampoco estábamos preparados para lo que habría de ocurrir. Ninguno espera que de aquí regresemos a donde estábamos, todos queremos que este capítulo concluya.

Es necesario ser creativos e inventarnos nuevas soluciones. Lo bueno en esta ocasión es que más gente queda metida y comprometida, especialmente del lado del No. Aquellos que insistieron en que ‘no están listos para perdonar’, por ejemplo, tendrán que prepararse para perdonar, si esto sale bien. Es hora de que pongan en concreto sus exigencias y que estén dispuestos a obtener algo de lo que piden y a perder algo también. Aunque ganaron, su triunfo es magro, pues no es solo medio punto porcentual, sino que es mucha más la gente que ha estado observando desde la barrera, los que se abstuvieron porque no han querido meterse en este lío por no sentirse representados, por indiferentes o por mera ignorancia.

A los del No y a los del Sí nos toca, rápidamente, ayudar a construir esta oportunidad. Habrá que ver de qué manera cabe más gente en este barco. Pero hay que actuar rápido y con cabeza fría. Las aguas hoy están relativamente calmadas, pero delante de nosotros hay un verdadero huracán y debemos esquivarlo. Nuestros timoneles deben ponerse de acuerdo pronto en lo más básico y conducir la nave en la dirección apropiada.

Los de las FARC han ganado mucho en este proceso, especialmente la percepción que de ellos se tiene. Por eso mismo, ellos son unos de los más interesados en que esto no implique un fracaso. Pero no se puede negar que durante la Mesa de La Habana pactaron y cumplieron con lo pactado, y eso es algo que el mundo tiene que reconocer, incluso quienes los odian.

Por su parte, los del No también han actuado con honor. Se han mantenido en sus caudales, no han incitado a nueva violencia, están atentos y trabajan con mesura y tranquilidad.

Al presidente Santos le toca aplicar la tesis del palo y la zanahoria con cada uno de los factores del nuevo compromiso. La zanahoria todos la conocemos: es la paz. Cada quién tiene su propia visión de ella y todos esperamos alcanzarla para cocinar el Gran Sancocho Nacional. Por eso el acicate es el tiempo, y así lo dejó saber antes de reunirse con Álvaro Uribe y Andrés Pastrana: el cese el fuego termina (formalmente) el 31 de octubre. Es decir: este no puede ser el proceso de 20 años de negociación que en un momento de campaña propuso Uribe. Eso es sencillamente irrealizable. De inmediato aclaró que se puede extender, pero sobre bases concretas de avance en el proceso.

Y, nosotros, la sociedad civil tenemos una gran responsabilidad. Desde todos lados, desde el Sí, desde el No, desde la barrera, todos debemos empujar para que esto no se rompa, para que se mantenga el diálogo, para que se abran canales de participación y apoyo. Cada quien tiene su propia visión de las cosas y al final lograremos una amalgama que nos dejará parcialmente satisfechos y parcialmente insatisfechos. Es imposible conseguirlo todo, así que debemos estar dispuestos a hacer sacrificios.

Por mi parte, ya comencé. Este es mi primer aporte: un espacio de diálogo entre los del Sí y los del No, aquí donde estamos. Sé que, debido al huracán Matthew, esta noche pocos vendrán al Bamboo Restaurant a la tertulia, pero me sostengo en la idea de que es urgente y necesario mantener abiertos los canales de comunicación locales y construir puentes entre quienes tenemos tantas diferencias. He incluido en mi Facebook y en mis contactos a mucha gente nueva, gente del Sí y del No que no conocía hasta hace poco. La idea es mantener un diálogo lo más cordial posible, con mucho respeto, con mesura y razonamientos claros, porque creo que ese es el Gran Diálogo Nacional del que se habló en los años ochenta y que hoy vuelve a cobrar una relevancia esencial.

Yo me mantengo optimista y me ofrezco a seguir, en lo posible, buscando lo positivo en todo este camino. Espero que algunos de ustedes entiendan el propósito y atiendan el llamado, porque, recuerden que la meta no ha cambiado:

Todos queremos la paz y sólo entre todos podremos construirla.

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Sunday, October 2, 2016

Algunas lecciones del desastre del Sí

Se ha derrumbado la esperanza que se había puesto en el Sí. Ahora nos queda el No. ¿Qué vamos a hacer?

"Que muenda, pero ya me paro",
 dibujo del autor
Nadie lo sabe con precisión. Nadie. Este era el escenario que no queríamos considerar, la alternativa que no queríamos enfrentar, el futuro que no debía suceder. Sin embargo, aquí está.

Lo que nos queda a todos es una gran ansiedad y una inmensa incertidumbre. La voluntad es lo único claro, porque la esperanza ha sufrido un golpe contundente.

El presidente Santos ha dicho que mantendrá el cese bilateral del fuego indefinidamente. Eso quiere decir que no hay guerra instantánea. De la misma manera, ha dicho que enviará a La Habana a sus negociadores a decirles a las FARC cuál fue el resultado de este “diálogo político”.

También ha dicho que convocará a todas las fuerzas políticas a evaluar y considerar la situación. En otras palabras: se la vuelve a jugar por la paz, a pesar de haber insistido en que el triunfo del No sería una marcha de regreso a la guerra.

Las FARC han dicho que mantienen su voluntad de paz. Ese, en sí, es un gran triunfo para todos los colombianos, si ello se prueba en una extensión indefinida del cese el fuego y se mantienen guardados los fusiles, ya que además dicen que reiteran su disposición de “usar solamente la palabra como arma de construcción al futuro”. Qué bueno porque, si se lanzan a la guerra, con ese gesto están diciéndonos que lo que buscaban era impunidad. En cambio, si se lanzan a la paz, esa será la prueba reina de que los del No estaban equivocados.

Incluso el ELN ha respondido con un mensaje de concordia, de continuación del diálogo, hasta hablan de la posibilidad de incluirse en una negociación seria.

La respuesta del No vino de la mano del primo Francisco Santos, y no del verdadero líder, Álvaro Uribe, quien sale blindado una vez más con este proceso. La respuesta fue breve y sencilla: Pacho dijo que la intención es trabajar con el Gobierno. Guardar la figura de Uribe le rebaja filo a sus palabras.

Yo creo que los del No tampoco saben muy bien qué tienen entre manos y están recalculando la medida de sus fuerzas. Espero que sean capaces de honrar la otra mitad de su discurso cuando insistían que no querían la guerra sino que, como nosotros, querían la paz. Si eso es verdad, estamos todos hechos, porque será solo cuestión de reacomodar lo que falta y unir propósitos.

El cálculo político de todos estaba basado en el triunfo del Sí. Durante toda la campaña los del No estuvieron haciendo alarde de su inteligencia superior y desacreditando la voluntad del Sí como si la mitad del país hubiese sido convocada a punta de ‘mermelada’; como si estos 6,4 millones del Sí hubiésemos sido comprados mientras que los 6,4 millones del No eran honestos. Ese discurso debe cambiar. No pueden seguir insistiendo en que todo estaba arreglado.

Todos los argumentos del No en contra del Sí se derrumbaron: que había mala voluntad, que resto estaba hecho de espaldas al país, que era un pacto de Santos y las FARC en contra del resto de la nación, que estábamos votando en medio de un chantaje. Todos esos argumentos se derrumban. Ahora habrá que ver cómo los remozan, cómo los reescriben, cómo los replantean.

Todos debemos enfrentar una nueva realidad, pero para hacerlo a nos corresponde inventar, crear, construir nuevos discursos, nuevas respuestas, nuevas políticas.

Por mi parte (por nuestra parte, así espero), lo que nos queda es reconstruir tejido social, restañar heridas, curar la enfermedad que nos carcome y nos divide. Este ejercicio ha sido sanador y debe serlo aún más. Por eso insisto en que nuestro encuentro debe ser completo.

Habría querido encontrarme con los del No a través de la distancia del vencedor, con diez, veinte, treinta puntos de diferencia. Quería llegar generoso a “ayudarles” a sanar sus heridas. Ahora tengo que llegar yo como el ser vulnerable, como el hombre en derrota, el que ha perdido, a esperar que ellos me sanen. ¿Tendrán en ellos esa compasión? ¿Cómo nos recibirán? ¿Serán capaces de ayudarnos a superar esta derrota? ¿Querrán reintegrarnos o, al contrario, seguirán marcando la diferencia, la distancia, separándonos del resto? Porque en esta campaña ellos fueron más agresivos, más rudos, mucho más pendencieros. Ellos eran quienes marcaban una distancia, quienes establecieron una pared de rudeza y agresividad.

Esta es una la prueba inmensa para los del No: una prueba de su grandeza, de su respeto a la paz, una muestra de su verdadera intención.  Esta es su prueba. En ellos está demostrarnos qué tienen, qué traen, qué proponen. Los heridos estamos al otro lado: ¿Están ellos dispuestos a sanarnos?

Mi invitación sigue en pie: los espero a todos en Bamboo Restaurant de la Bird Road y la 133 Avenida. Allí veremos si de veras es posible construir unidad o si este es un abismo insalvable.

Mi voluntad, mi propósito, mi plan sigue y seguirá siendo el de construir puentes para la paz. Eso quiere decir que estoy dispuesto a reconocer esta derrota –pírrica, es cierto, pero un resultado inverso habría sido equivalente. Vamos a ver cómo los del No administran esta victoria y qué llevaban guardado en su corazón todo este tiempo. Yo pensaba que era rencor y venganza. ¿Estaré equivocado? Demuéstrenlo.

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