Wednesday, March 8, 2017

Un manifiesto escrito el Día de las mujeres

Neutral. Como periodista me piden que sea neutral, que no me inmiscuya en las batallas, que no me meta *, que deje que las cosas sigan su curso y yo simplemente ‘reporte’. Que no opine, que mantenga en silencio mi forma de ver las cosas y tan solo describa los hechos como son, sin interferencias propias, con plena objetividad.

No, no se puede ser neutral frente a ciertas cosas en el mundo. Hay asuntos que requieren de adjetivos, de ciertos tonos de voz, de descripciones que vayan un poco más allá, que le otorguen al relato un nivel más de profundidad, algo que humanice la acción, que la acerque al oyente/lector. Me declaro impedido –por principio, aunque no imposibilitado—de indiferencia: no puedo pasar describiendo los sucesos del mundo sin sentir que formo parte de él.

En las crónicas es valioso el aporte del observador. El narrador incluye descripciones más detalladas de los acontecimientos y de los actores que los viven. La crónica puede establecer un contacto íntimo con la audiencia, con ella se puede entrar a mundos diversos, ajenos, difíciles de entender de otra manera. Pero el cronista se revela, se deja ver, no huye del relato, no se declara ajeno: participa.

En la opinión, en cambio, en El Opinón, aunque intente ser objetivo en sus análisis y aunque eche mano de todas las herramientas narrativas a su disposición, el escritor es un actor de la historia, se muestra con su personalidad y se deja ver sin cortapisas, sin tapujos, sin ocultamientos. El lector en ese caso no espera neutralidad, no espera indiferencia: lo que espera es pasión, integración, compenetración o rechazo de lo que el autor manifiesta. En este caso la audiencia busca identificarse por similitud o por oposición, pero no quiere que El Opinón permanezca ajeno a los hechos o a lo que el lector espera.

*¿Ha visto usted fotografías de la hambruna en Biafra? Cuando se piensa en ‘niños hambrientos’ y se recuerda alguna de aquellas imágenes de absoluta tristeza e indignidad, la mayoría de las personas hoy vivas tienen en su memoria una de esas fotografías de aquella horrible hambruna ocurrida en esa provincia nigeriana. Aunque Sudán del Sur se acerca peligrosamente hoy a replicarnos esa situación y el mundo, en cambio, sigue obsesionado con el peligro que representan el presidente Trump y el zar Putin. Lo que quiero resaltar es que esas fotos son trascendentales y no habrían sido posibles ni habrían cambiado el mundo si los reporteros gráficos que la documentaron se hubiesen dejado arrastrar por la desesperación y la angustia que les ocasionaba ver tanto dolor. Su trabajo era reportar, mostrar, dejar que el mundo supiera y nunca olvidara. Neutral, absolutamente neutral, esa también es una actitud y un valor supremo del periodismo que respeto en toda su dimensión. Cuando me toca, lo hago así, pero aquí no: aquí yo estoy expuesto a fondo.

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