Tuesday, April 10, 2018

Prueba de fuego

Por Juan Pablo Salas

La noticia estremeció a todos en Colombia: Jesús Santrich, uno de los más importantes líderes de la ex guerrilla y ahora partido político FARC fue arrestado el 9 de abril en su casa del barrio Modelia en Bogotá acusado por un gran jurado en Nueva York por su supuesta participación en una conspiración para exportar 10 toneladas de cocaína a los Estados Unidos.

Jesús Santrich
El incidente es la verdadera prueba de fuego que debe enfrentar el Acuerdo de paz que firmaron el 27 de noviembre de 2016 el gobierno de Juan Manuel Santos y la, hasta ese día, más grande y antigua guerrilla del continente.

En una primera mirada al incidente, el panorama luce sombrío para la Farc y para el proceso de paz. Sin embargo, el caso puede acabar siendo una oportunidad de oro para que dicho proceso se consolide y al fin los colombianos podamos pasar esa página de la historia para enfrentarnos a los nuevos retos que nos esperan, que no son pocos.

El ‘indictment’

Era de esperarse que las primeras reacciones de los líderes y militantes del partido Farc fueran beligerantes y de rechazo a las acusaciones que desde Estados Unidos se le hacen a Santrich. Su postura es la que políticamente les corresponde asumir en este momento, puesto que se hace antes de conocer las evidencias con las que se están sustentando la acusación.

Se entiende, entonces, que Iván Márquez emita una primera declaración en la que asegura que se trata de alguna clase de trampa tendida desde Estados Unidos en contra de su compañero y con el fin de arruinar el proceso de paz.

Sin embargo, es muy difícil que una acusación de semejante calado y profundidad pueda ser una conspiración de las autoridades estadounidenses. La acusación está respaldada en un ‘indictment’ que emite un Gran Jurado en Nueva York.

Un Gran Jurado es un mecanismo de la justicia en EEUU que difícilmente se puede manipular, dado que se se establece para un propósito particular: determinar si las pruebas y evidencias de un caso son suficientes como para seguir adelante y avanzar en la investigación y presentar las acusaciones formales que corresponden. No se trata de una corte de garantías, pero es una de las estructuras judiciales que otorgan mayores garantías a los acusados.

De modo que si de este tipo de corte surge el documento que más tarde Interpol admite para emitir la Circular Roja que ordena el arresto de Santrich y sus coconspiradores, esto ofrece bastante credibilidad a las evidencias y complica seriamente la vida judicial de los acusados.

El verdadero reto

Más allá de las posturas que se puedan asumir por razones políticas, los líderes y militantes de la Farc deben ser conscientes y realistas: si las evidencias son contundentes y demuestran que Santrich y sus amigos estaban conspirando con el fin de exportar las 10 toneladas de cocaína, deben aceptar que su excompañero les traicionó y lo mismo hizo con los colombianos que depositamos en el Acuerdo de La Habana la fe en que podríamos superar la guerra.

De comprobarse que Santrich estaba narcotraficando, su culpabilidad es mucho más seria, pues no solo estaba cometiendo un grave delito en gran cuantía, sino que además estaba incumpliendo su palabra a sus compañeros de lucha así como a todos los colombianos y garantes del pacto que confiaban en el cumplimiento estricto de las leyes frente a la generosidad con la que estaban siendo tratados.

Si es cierto lo que asegura el ‘indictment’, Santrich cometió un acto de irresponsabilidad mayúscula en contra de la paz y esto es algo que sus demás compañeros deben admitir y comprender. Si la voluntad de paz de las Farc era sincera y sigue siéndolo, les corresponde aceptar que su compañero les falló y dejarlo ir con todas sus consecuencias.

Una oportunidad disfrazada

De la reacción que asuman los militantes de la Farc así como del absoluto respeto a las garantías del debido proceso por parte del Estado colombiano depende el futuro del país. En ambos lados debe primar la cordura y la cabeza fría para evitar que los ánimos lleven a que alguien cometa un acto que encienda una hoguera donde no la necesitamos.

Si todos los protagonistas de este asunto se comportan como corresponde y se avanza en el proceso con normalidad, esto puede convertirse en la prueba clara de que los acuerdos se están cumpliendo y deben seguir siendo honrados por todos.

Esto demostraría que la crítica fundamental que le hacen al proceso de paz –su supuesta impunidad---, no es cierta y que quienes incumplan con lo acordado, se las verán con la justicia ordinaria. De la misma manera, si se comprueba que las evidencias son insuficientes o que no ofrecen las garantías de caso, la reacción del Gobierno en ese caso también servirá para demostrar su voluntad de paz y justicia. De esa manera quedaría comprobada la validez de lo que se acordó con tanto esfuerzo.

Algunos cabos sueltos

A pesar de ese optimismo manifiesto a lo largo de este artículo, en el fondo quedan varios asuntos graves por resolver que complican el panorama y hacen que, de consolidarse definitivamente el avance de la paz, será un triunfo aún más valioso de lo que ha sido hasta el momento.

Algunos de esos cabos sueltos son:

--¿Por qué la Fiscalía se ‘saltó’ a la JEP?
La directora de esa corte indicó que se enteraron del arresto de Jesús Santrich a través de los medio. El Fiscal Néstor Humberto Martínez no tenía por qué haber eludido informar a esa corte para así demostrar transparencia en su decisión.

--10 toneladas a 15 millones:
Esto indica que cada tonelada de cocaína se estaba ofertando a un millón y medio de dólares cada una. ¿No es ese un precio demasiado barato? De ser así, ¿se trataba de un cargamento excesivo del que los conspiradores querían deshacerse rápidamente? ¿Era un precio de ganga, un inventario del que se estaban librando? ¿Acaso era un cargamento que ya estaba preparado para ser exportado, puesto que ofrecieron ponerlo en su destino en menos de dos meses y en aviones con matrículas estadounidenses? Además, iban a ponerlo en Miami y esperaban cobrar allí mismo el dinero. ¿Qué iba a ocurrir con ese dinero? ¿Dónde quedaría?

--¿Era esta cocaína de las Farc o era un negocio propio de Santrich? ¿Acaso hay más cocaína guardada? De ser así, ¿qué harán con ella?
En ese caso, esta operación sirve de advertencia clara para quienes pretendan seguir en el negocio: están siendo vigilados atentamente y pueden acabar en una celda en Estados Unidos.

--¿Es Santrich el cordero sacrificial?
Está claro que los líderes de las Farc están bajo estricta observación y que aún deben probarse genuinos en sus intenciones. Este caso debe servir para demostrar su buena fe. Si no la tenían, también les sirve para entregar a su compañero Santrich como el sacrificio a pagar a cambio de suspender cualquier otro delito que puedan estar cometiendo hasta ahora.

--Este no es el único problema que enfrenta el proceso:
El mal manejo de los fondos del posconflicto, las demoras en la adaptación de los campamentos de reinserción y las dificultades de la Farc para hacer campaña política también han despertado preocupación y molestias entre los exguerrilleros. No se puede correr el riesgo de arruinar lo logrado a punta de inoperancia y negligencia.

--¿Este arresto era para congraciarse con Trump?
Se ha planteado como extraña la coincidencia de que este arresto ocurriese a pocos días de la planeada visita del presidente Donald Trump a Colombia –que al día siguiente fue cancelada por las dificultades que se presentan en Siria y en su lugar viajará Mike Pence--, pero es muy difícil imaginar una coordinación tan precisa de un Gran Jurado con la Casa Blanca y más tarde la Interpol como para que haya lugar a que se trate de algo más que una coincidencia.

Esas son apenas algunas de las muchas preguntas que surgen hasta el momento. Esperamos que se vayan resolviendo poco a poco.


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