Sunday, January 26, 2025

Inmigrar no es un delito, humillar no es una virtud


Los seguidores colombianos y latinos del nuevo presidente estadounidense se sienten orgullosos después de ver que bajo las sombras de la noche se deportó en aviones militares a centenares de personas, supuestamente criminales, y pretendieron forzar a los países a recibirlos a las buenas o a las malas. Hasta que Colombia rechistó y fue sancionada de inmediato, como si hubiese cometido un crimen. Su crimen fue haber exigido respeto para las personas que estaban siendo deportadas y para las naciones que las deben recibir.

Ilustración del autor

La estúpida lógica de la fuerza en la que creen los seguidores del movimiento MAGA es siempre la misma. Desde el líder de ese movimiento hasta el último de sus militantes están convencidos de que, porque tienen el poder en sus manos, deben usarlo a la fuerza e imponer su parecer sobre todos los demás, sin consideración alguna y mucho menos conmiseración. Porque asuntos como la dignidad, los derechos humanos, la compasión, la solidaridad, ahora son considerados pecados socialistas según la nueva Biblia que les vendieron a $65, con tapas de cuerina y una herejía incluida. Enesa Biblia el amor es woke y gay. El odio, en cambio, es bien macho. Así lo creen y lo manifiestan sus seguidores.

Por eso no me sorprende –aunque sí me enoja—ver la reacción de tantos colombianos y latinoamericanos frente a la afrenta de Estados Unidos. Aplauden al gobierno que quiere imponer su voluntad a la fuerza sobre todos los demás y esperan que la gente no reaccione, que todos miremos para otro lado y permitamos que sucedan estos horrores sin rechistar. Quieren convencernos de que todos los criminales son inmigrantes y que todos los inmigrantes somos sospechosos.

Quienes así piensan, también saben llenarse la boca de argumentos contra las personas que están siendo agredidas por esta Administración. Saben hablar muy mal de las personas trans, de las personas LGTBI, de las mujeres que necesitan abortar, de los inmigrantes, de los palestinos, de todos aquellos a quienes apunta el odio proveniente de las máquinas de disparar propaganda.

Hemos aprendido a leer, pero muchos han olvidado cómo entender lo que leen. Estamos tan concentrados en nuestras pantallas y en todo lo que nos muestran, que nos falta tiempo para detenernos a pensar si eso que vimos, si eso que nos dijeron, si eso que leímos es cierto y qué consecuencias puede tener. En medio de este berenjenal informativo, personajes como Elon Musk han invertido miles de millones de dólares en construir esas máquinas que han aprendido lo suficiente de cada uno de nosotros como para saber qué clase de semilla de odio prosperará en cada corazón. La operación psicológica ejecutada durante los últimos diez años ha sido muy efectiva en transformar el parecer de muchas personas y las convirtió en individuos dispuestos a aprobar su autodestrucción.

¿Cambio climático? Woke. ¿Derechos civiles? Woke. ¿Constitución? Woke. ¿Chequeos y balances? ¡Woke! ¡Todo lo bueno es woke! Ser liberal es –para ellos—despreciable. Amar al prójimo, buscar hacerle el bien, atender al necesitado: woke. ¿Ayudar a una mujer que necesita abortar? En Texas no solo es woke, sino que además es un delito.

Todos esos hispanos que hoy aplauden la expulsión de sus hermanos hispanos se creen seguros, están convencidos de que “ya fueron admitidos en la sociedad americana”. No se han dado cuenta de una realidad mucho más grande y que pronto les quitará el piso. Quienes promueven estas deportaciones masivas son racistas supremacistas que buscan reducir la población no blanca de los Estados Unidos para mantener su mayoría blanca. Así nos lo han dejado saber, pero muchas personas no han recibido ese mensaje.

Yo entiendo que los republicanos ganaron las elecciones. Sin embargo, aunque ganaron, con ello no adquirieron sabiduría. La fuerza bruta sigue siendo bruta. Humillar a las personas es meramente una demostración de fuerza, y deshonra más a quien comete la humillación.

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Monday, May 27, 2024

MAGA La masificación de la ignorancia y el odio

En MAGA se disuelve el orgulloso individuo americano y se convierte masa.

El movimiento que impulsa a Donald Trump a la presidencia por segunda vez es conocido como MAGA por las siglas del eslogan “Make America Great Again” que propuso su candidato. Toda su ideología es de ultraderecha y nacionalista-cristiana.

"Reflexiones", Fotografía del autor


MAGA ha sido construido haciendo uso de las herramientas de manipulación de masas que durante el siglo XX fueron usadas por los regímenes socialistas, solo que esta vez promueven la masificación desde la orilla de la extrema derecha.

Hoy los militantes MAGA se identifican con sus gorras, sus banderas, su mercancía. Se los encuentra en todos los lugares haciendo propaganda con sus prendas y su actitud beligerante, en las playas, en los centros comerciales, en las calles, en los parques. Así se hacen difusos, anónimos, pierden su identidad personal y se convierten en caricaturas de si mismos, en juguetes de sus líderes, en un arma política nociva, en grupos que ejercen presión sobre el resto de la sociedad. Esto les encanta, por supuesto, porque esto les da impunidad y les ofrece el poder aparente de los números para ser más agresivos y rudos. Poder que perderán instantáneamente si su candidato gana las elecciones.

Para los masa-MAGA es muy fácil identificarse con los símbolos que usan: un nombre que suena como un martillo, unos colores que ya amaban porque son los de la bandera nacional, una identidad política que no comprenden en todas sus consecuencias pero que les da permiso para decir lo que se les da la gana, especialmente si con ello hieren al oponente liberal. Los militantes de ese movimiento pierden por completo su voluntad y su agencia personal. Por eso no les incomoda que la estética chabacana de las prendas que usan los haga lucir ridículos; eso es parte del atractivo, pues creen que con ello se burlan una vez más de sus oponentes. Como su líder es un bufón cruel, asumen esa misma identidad de bufón en masa que exhiben con sus prendas y sus quejas.

Hay dos ironías en este fenómeno que contrastan de manera especial. Una, es el hecho de que MAGA crece dentro del partido republicano que desde siempre ha promovido el individualismo y el egoísmo como valores fundamentales del self-made-man americano. Esto es lo que supuestamente los motiva a integrarse al movimiento. Sin embargo, no dudan un segundo en uniformarse con sus hermanos de odio y vestir la gorra roja con cuatro letras y esgrimir las banderas que los disuelven entre la sopa que conforma la masa. Actúan como actuaron hace un siglo los italianos y los alemanes para crear dos movimientos colectivistas de ultraderecha muy similares, el fascismo y el nazismo. Los MAGA nacieron al interior del partido que decía oponerse al colectivismo soviético, y acabaron convertidos en sus mejores émulos.

Las redes sociales son excelentes para compartir conocimiento, pero son más efectivas para ofuscar la mente de las masas y masificar la ignorancia. Por eso las redes sociales –en especial ex Twitter—son el repositorio interminable de mentiras, hechos alternativos, engaños, proyecciones y toda clase de elementos que contribuyan a la confusión de las mayorías y la eventual destrucción de la democracia liberal.

El peligro que esto representa es global y sucede en casi todos los países. Los promotores del autoritarismo encontraron que es mucho más fácil usar las tecnologías modernas para provocar movimientos en masa que alteren el curso de los acontecimientos. Eso es exactamente MAGA, un movimiento autoritario antidemocrático.

Si los MAGA y sus similares llegan a triunfar en Estados Unidos y siguen ganando espacios en Europa y América Latina, intentarán transformar las instituciones de la democracia para perpetuar a sus líderes en el poder y con ellos construir una nueva sociedad basada en el nacionalismo cristiano, la segregación de razas y de clases sociales y la represión sexual.

Una ironía final a modo de conclusión: solamente el voto masivo de millones de americanos a favor de la democracia y en rechazo a esta locura de colectivización del odio, podrá vencerlos. Necesitamos el voto masivo de individuos conscientes.

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Monday, January 22, 2024

Las muchas caras del fascismo 

Por Juan Pablo Salas, El Opinón


El fascismo y la ideología neonazi han recibido un impulso muy fuerte durante la última década. Sus promotores han aprovechado la polarización y las nuevas tecnologías para avanzar su agenda y construir un movimiento con diversas conexiones que busca otorgar el poder a élites autoritarias y antiliberales.

'Pajaro de fuego', ilustracion del autor


Es cierto que vivimos días tóxicos en la política y días peligrosos en el mundo. Las noticias y los comentarios de algunos políticos nos han convencido de que estamos alcanzando un momento determinante en el curso de la historia y que los factores que sostuvieron el orden mundial de la posguerra están a punto de quebrarse. Qué sociedad surgirá de ese proceso es algo que deberíamos estar indagándoles a quienes pretenden ser líderes o gobernar.

Este ambiente ha sido propicio para que ideas políticas, que hasta hace poco estaban relegadas a los márgenes de la sociedad hayan encontrado una audiencia y un público que, no solamente las acepta, sino que también ayuda a promoverlas. Mucha gente, sin darse cuenta, se ha convertido en emisaria y promotora del fascismo.

Este es un movimiento global que ha sido cuidadosamente elaborado y hoy comienza a dar frutos para quienes lo diseñaron y promovieron.

Entre sus tácticas está el desprestigio las instituciones que les dan sustento a las democracias en el mundo con el fin de generar una sensación de caos social y económico y así exacerbar ese sentimiento para promover un falso sentido de urgencia que lleve a muchas personas a creer que es necesaria una ‘mano fuerte’ para aplacar el caos y permitir un “retorno a la normalidad”.

En otras palabras, quieren convencer a la gente de que la democracia es muy caótica y que se necesita a alguien que tenga fuerza, comando, que no escuche y en cambio quiera imponer el orden, a las buenas o a las malas. Quienes caen en esta fantasía están convencidos de que un líder fuerte les va a dar o devolver privilegios.

Se trata de una campaña global de propaganda que se manifiesta de diversas maneras, algunas de ellas contradictorias y aparentemente inconexas. Por un lado, encontramos a los radicales politizados, generalmente afiliados o asociados a movimientos de ultraderecha como MAGA, o aglutinados en torno a candidatos que prosperan entre el caos, como Milei en Argentina o Bolsonaro en Brasil. Estas suelen ser personas que siempre han deseado que el gobierno esté en manos de los más fuertes de los rudos, de los ‘bullies’, y hoy sienten suficiente autoridad moral para expresarlo y promoverlo abiertamente.

Por otro lado, existe una serie de movimientos dedicados a otros asuntos, movimientos anti vacunas, anti ciencia, anti conocimiento que proliferaron durante la pandemia y aprovechando las redes sociales para crecer, hoy trabajan para desprestigiar instituciones como la salud, la medicina, la ciencia, la razón. A cambio, estos movimientos proponen respuestas alternas sin asidero en la realidad, fáciles de consumir y que demuestran un desviado sentido de la rebelión. Todo esto es impuesto sobre gente descontenta a punta de teatro político y repetición de la propaganda. Así atraen a las personar que escapan del progreso, gente que quieren el cambio, pero hacia el pasado. En lugar de progreso, quieren atraso.

Otro sector que ha contribuido a ese desprestigio de las instituciones son algunos de los partidos políticos establecidos que irónicamente eran sus defensores y hoy están directamente comprometidos con la destrucción de la democracia, como el partido republicano en Estados Unidos que defiende a un candidato que promete convertirse en dictador desde el primer día y con sus guerras culturales destruye derechos y libertades y desdibuja instituciones políticas como las elecciones.

En esa sopa de conspiradores debemos incluir a quienes lideran las campañas como los negacionistas de la fuerza de gravedad, los fanáticos de los imaginarios ‘chemtrails’, los proponentes de la tierra plana, los convencidos de la existencia de especies alienígenas que conviven con los humanos, que insisten que tras ‘los muros de la Antártida’ se esconden civilizaciones ultra avanzadas y toda clase de fantasías. Casi siempre son los mismos y parecen coexistir en su propio mundo imaginario lleno de peligros y engaños. Conscientes de la vulnerabilidad de muchos de los seguidores de estas tesis marginales, los extremistas esperan pacientes para reclutar entre ellos a sus soldados.

Todos esos sectores tan disímiles buscan el mismo resultado: generar dudas en las convicciones y valores que sostienen lo que queda de la civilización moderna. Al cuestionar verdades establecidas y aceptadas –tan elementales como que la tierra gira en torno al sol—, lo que hacen es instalar en las mentes de las víctimas de su propaganda las semillas de duda sobre conceptos mucho más peligrosos, como que el mundo está sumergido en el caos, que existe una élite que nos comanda a todos, y que la solución a todo eso es un hombre fuerte que imponga el orden.

Todos esos elementos hacen parte de la misma campaña y se repiten, de una u otra manera, en casi todos los países. Podríamos afirmar que se trata de una operación psicológica (psyop) de profunda envergadura, o de varias operaciones simultáneas que coinciden y que manejan proyectos a varios años. La que aquí denunciamos busca conseguir que los habitantes de las democracias liberales se sientan impulsados a desear un gobierno estricto que, por ejemplo, frene las migraciones de pobres y refugiados, que evite el desorden moral sexual de las mujeres que piden aborto, los gays que lo hacen por donde es pecado, y los trans que quieren exterminarnos, entre otras ideas de odio y rechazo.

Los creadores de estas campañas han aprovechado las lecciones aprendidas en regímenes anteriores –copiando casi al pie de la letra las campañas de desinformación y reescritura de la historia de los soviéticos durante la Guerra Fría--, y amplificándolas a través de las redes sociales donde el individuo se convierte en propagador del mensaje y así alcanzan con precisión quirúrgica las mentes de las personas susceptibles para convertirlas en sus soldados.

Hoy en Estados Unidos la defensa de la democracia es de carácter estratégico para todos, no solo para los estadounidenses. Si la actual iteración autoritaria del partido republicano de Donald Trump llega al poder, no quepa duda de que entre las consecuencias estará la pérdida de derechos y libertades para las mujeres, los inmigrantes, la comunidad LGBTQ y todas aquellas personas que no se conformen con el mandato del régimen. Veremos un ascenso en el número de regímenes antidemocráticos comandados por hombres apoyados en élites radicalizadas cercanas al fascismo, amigas de la supremacía blanca, el racismo y fanáticos religiosos. Quieren convertir las democracias liberales en regímenes cristofascistas.

La historia nos ha enseñado que la clase media –antes llamada ‘pequeñoburguesía’—, cuando ve sus pequeños privilegios en peligro, acaba comprando el veneno que le ofrecen como remedio: la dictadura. Estas que describimos aquí son algunas de las campañas para convencerla de ello.

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Monday, November 29, 2021

La paz en Colombia también es responsabilidad de EE. UU.

Por Juan Pablo Salas “El Opinión”

La filtración de la noticia de que la Administración Biden planeaba sacar de la lista de organizaciones terroristas a la ex guerrilla de las Farc ocasionó gran revuelo. Mientras que desde Colombia llegaban imágenes optimistas –un saludo cordial entre Iván Duque y Juan Manuel Santos; la visita de Antonio Guterres, secretario general de la ONU y otras—, en la Florida algunos demócratas reaccionaron con histeria típicamente republicana.

(Ilustración del Autor)

No sorprende que la alcaldesa del condado de Miami-Dade Daniella Levine-Cava emitiera un mensaje criticando la decisión de la Administración Biden, quizás porque no tiene en su equipo de trabajo un asesor en temas colombianos.

Sí preocupa, que candidatos demócratas a la gobernación emitieran comunicados similares condenando la decisión. Charlie Crist se manifestó preocupado por la decisión de sacar a las Farc de la lista de organizaciones terroristas sin hacer ninguna salvedad, excepto que “se ganaron esa designación”. Incluso la senadora estatal Annette Taddeo, demócrata de origen colombiano, reaccionó de manera visceral y condenó la decisión de la Administración Biden.

La senadora Taddeo tiene una historia personal de persecución por parte de las Farc y su padre fue secuestrado por esa guerrilla hace varias décadas. Sin embargo, como demócrata de origen colombiano que durante años ha venido siguiendo el proceso, debería entender mejor los términos del Acuerdo y entender que la decisión no era ninguna clase de respaldo al terrorismo o a la izquierda en Chile, Venezuela o Nicaragua, como suelen decir los líderes colombianos del trumpismo en el sur de la Florida. Después intentó culpar a la Casa Blanca por sus propias declaraciones asegurando que no le ofrecieron toda la información desde el principio y, claro, esto se debió a que reaccionaron a una filtración de la noticia y no al comunicado del Departamento de Estado.

La única que se diferenció, quizás porque cuenta con la asesoría correcta, fue Nikki Fried, Comisionada de Agricultura, quien manifestó que continúa apoyando los esfuerzos de Colombia para perseguir a las disidencias de las Farc y a las demás guerrillas.

El hecho de que algunos candidatos y funcionarios demócratas en la Florida no se hayan tomado el tiempo necesario para evaluar la situación y la decisión que tomó el presidente Biden y su Departamento de Estado al respecto, y que en su respuesta usen el mismo lenguaje condenatorio de los republicanos, ha sido nocivo para la paz, nocivo para Colombia y una señal de que la propaganda trumpista basada en mentiras, engaños y la hipérbole del comunismo, ha hecho mella en ellos. Optaron por la vía fácil de condenar a su propia Administración en Washington D.C., en lugar de apoyar a los colombianos.

Quizás los candidatos no pensaron que el Acuerdo de paz con las Farc se firmó hace cinco años y que a dicho pacto se llegó después de varios años de suspensión de actividades bélicas. En otras palabras, el gobierno de Estados Unidos esperó diez años antes de tomar esta decisión, tras comprobar que en efecto los términos del pacto se han cumplido. El proceso necesitaba un fuerte respaldo de EE. UU.

Además, está claro que la decisión del Departamento de Estado no incluye a las disidencias de las Farc, hoy conocidas como Segunda Marquetalia, que continúan delinquiendo y cometiendo actos terroristas. Dicha fracción firmó el Acuerdo, pero lo incumplió, y por lo mismo seguirá siendo perseguida con todas las fuerzas, y de ninguna manera está incluida en esta decisión, a pesar de que la propaganda republicana así lo diga.

Me pregunto: ¿hay demócratas que prefieren creerle a la propaganda republicana trumpista en lugar de creerle a su propio partido y a su propio presidente? ¿Desconocen los candidatos la existencia de la Justicia Especial para la Paz JEP y el proceso que en ella se sigue contra la dirigencia de la exguerrilla, precisamente para evitar la impunidad que ha sido tradicional en Colombia?

Los demócratas hemos apoyado el proceso de paz en Colombia y las decisiones que en ese sentido ha venido tomando la Administración Biden, que son fundamentales para su avance. La decisión de sacar al Partido Comunes (ex FARC) de la lista de organizaciones terroristas ya la había tomado hace años la Unión Europea, por lo que la actual decisión no altera el panorama político y no ofrece ninguna clase de apoyos a los comunistas, socialistas o castrochavistas de Colombia, como repiten insistentes los republicanos.

Si los candidatos demócratas creen que repitiendo las palabras y multiplicando los falsos miedos que usan los republicanos trumpistas para atacar el proceso de paz en Colombia van a conseguir más votos que Ron DeSantis, están muy equivocados. Eso no les diferencia, al contrario, los equipara.

Como colomboamericano, espero que pronto escuchemos un mensaje demócrata contundente de apoyo a la paz en el que muestren que están del lado de Colombia, del lado de la paz, del lado de Biden y, sobre todo, en contra de los trumpistas radicales de derecha y de la propaganda nociva que confunde a miles de votantes.

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Tuesday, January 22, 2019

23 de enero: Cruce de ejes

23 de enero: Cruce de ejes
Por Juan Pablo Salas para El Opinón

Desde 1959 en América existen dos ejes: uno pasa por Washington y el otro pasa por La Habana. A veces los dos ejes funcionan de manera independiente, sin incomodarse, pero hay otros momentos en que se cruzan, chocan, se enfrentan. Este 23 de enero es uno de esos días. Y, Caracas y Bogotá son el escenario. Así lo ha sido durante décadas, pero pocos días en nuestra historia están tan cargados de posibilidades como este.

El eje La Habana-Caracas ha tenido sus momentos de gloria, victoria y avance. Hugo Chávez consiguió potenciar sus posibilidades gracias al petróleo venezolano y la debilidad de carácter de los políticos latinoamericanos de izquierda que se dejaron comprar para garantizar su propia supervivencia a costa de la suerte de millones de venezolanos, muchos de los cuales han llegado a sus puertas a pedir una oportunidad de trabajo y supervivencia.

El eje de Washington-Bogotá ha sido consistente en sus lealtades históricas. Bogotá ha sido desde el Siglo XIX el camino para poner las cosas en orden para el Hermano Mayor que habita al norte*. En esta jornada tan especial para nuestros hermanos venezolanos, Bogotá es instrumental. Y, la izquierda y la derecha ponen, cada una, sus fichas en el tablero.

Todas las piezas están sobre el tablero y se han hecho visibles. Las jugadas de los estrategas de ambos lados han sido magistrales, y, como en toda partida, hay ganadores y perdedores. Es cierto: el 23 de enero trae vientos de cambio, y estos soplan en Caracas y no en Washington. ¿Cómo dice el chef? Vamos por partes.

El Eje La Habana-Caracas

Cuba, con su economía en ruinas gracias a los 60 años de dictadura comunista, subsistió al comienzo gracias al subsidio que la unión Soviética le dio, pues se había convertido en una práctica ‘cabeza de playa’ en el ajedrez de la Guerra Fría. Al caer la URSS y cesar el ingreso de millones de rublos que falsificaban las cifras del castrismo, tomó un tiempo hasta que La Habana se recobrara y encontrara una nueva vaca para ordeñar.

Esta llegaría años más tarde de la mano de Hugo Chávez, un coronel ideologizado, con carisma y simpaticón, mediático y ambicioso. Desde entonces Cuba se ha sostenido gracias al petróleo venezolano, lo que le ha dado un cierto margen de aparente prosperidad. Con el paso del tiempo, la relación que se establece no es táctica sino estratégica: Caracas sostiene a La Habana y además se convierte en su puerta de entrada al Continente. El castrismo deja (!Por fin!, dicen en La Habana) de ser una isla y se expande a sus anchas en un territorio ansioso de cambio y oportunidades, obsesionado por las desigualdades inhumanas.

En el juego geopolítico, ambos gobiernos se unen y se abrazan. Venezuela tiene la cartera; Cuba tiene el know-how. Chávez le paga a Fidel con petróleo la seguridad, la inteligencia y los conocimientos necesarios para gobernar a sus anchas. Cuba sobrevive, crece, alimenta a su pueblo y sueña con transformar el continente a su antojo. Pronto se replican los émulos de Chávez en una tierra tan propensa a los caudillos. Correa, Evo, Ortega, incluso los Kirchner. Lula se asocia, se integra, se la cree. El eje de La Habana prospera y crece.

Todo sigue su curso hasta que suceden dos acontecimientos trascendentales, uno económico y otro biológico: el petróleo cae de precio y Hugo Chávez se enferma de cáncer. La catástrofe no demora en ocurrir, pero sus consecuencias aún nos agobian: hoy cientos de miles de venezolanos recorren hoy las carreteras, calles  y aeropuertos del continente en busca de una oportunidad que les ha sido negada, como durante décadas lo fue para nuestros hermanos cubanos. Y, hoy, 23 de enero, millones más se manifiestan en una jornada que le dará la vuelta a los acontecimientos por venir.

La Habana y Caracas culparán a Washington, como es costumbre, pero esta vez el discurso del “bloqueo” no les servirá. Hasta hoy nadie, pero nadie les ha comido el cuento ese de la ‘guerra económica’. Las falencias del modelo económico se han hecho visibles, aunque algunos nostálgicos de la izquierda latinoamericana se nieguen a admitirlo. La debacle es totalmente culpa de dos factores: primero, la absurda idea de que un grupo de ‘sabios honestos’ será capaz de dirigir de manera centralizada el acontecer de producción y consumo de millones de personas, y, segundo, que los ‘sabios’ serán honestos. El modelo falla cuando ignora -por su naturaleza imaginaria- que la corrupción es un daño inherente al ser humano y que es el mal más difícil de desentrañar y tratar. No hay medicina ni oración que sacie el corazón de quien ansía más poder.

En otras palabras: hasta aquí llegamos gracias a la ineptitud o la ingenuidad o la avaricia de los funcionarios que ocupan los puestos de poder en La Habana y en Caracas. Es que todos nos hemos dado cuenta de que la centralización de la economía, y el intento de una burocracia para controlarla, va en contra de la naturaleza humana. Puede que las revoluciones comunistas triunfen en las trincheras, pero jamás tendrán éxito en las fábricas, los campos o las ciudades. No porque el colectivismo sea una quimera, sino porque los líderes del colectivo son susceptibles a la corrupción.

El Eje Washington-Bogotá

Aunque comencé con una crítica al Eje de la izquierda, no crean que es porque comulgo o santifico al Eje de la derecha. Los crímenes de este otro lado son numerosos y no han cesado ni acabarán este 23 de enero. Pero este es su día y no podemos negárselo.

Ustedes se preguntarán, pero, ¿qué tiene que ver Bogotá con todo esto? La sublevación ocurrirá en Caracas y las ciudades y pueblos de Venezuela. Lo que sucede en Colombia tiene poco o nada que ver con ello. Paso a explicar.

Uno de los elementos que me ha dado más motivos para pensar en que este es un plan cuidadosamente ejecutado ocurrió a finales de la semana pasada en el sur de Bogotá, en la Escuela de Oficiales de la Policía General Santander. 22 jóvenes que se preparaban para ser oficiales de la Policía Nacional fueron asesinados de manera cobarde y ruin por un terrorista que, como nunca se había visto en la larga tradición guerrera de los colombianos, se inmoló al detonar su carga. En cuestión de horas se confirmó lo que todos sospechábamos era un ataque del Ejército de Liberación Nacional, ELN, guerrilla que se negó a llegar a un acuerdo con el gobierno colombiano de Juan Manuel Santos y se embarcó en el absurdo de pretender conseguirlo con el gobierno uribista de Iván Duque.

Ahí se equivocaron de cabo a rabo los estrategas cubanos, aliados del ELN. Creyeron que un efectivo acuerdo de paz con las FARC necesitaba de un muro de contención en caso de que este fallara. No se dieron cuenta de que los elenos serían manipulados de manera magistral por Washington y sus aliados locales.

Las señales están todas a la vista. En La Habana alguien debe estar arrancándose la melena al comprender que sus agentes en Colombia fueron comprados y dirigidos en secreto por sus archienemigos. El ELN les sirvió en bandeja de plata el instrumento con el que conseguirían neutralizar a La Habana, que se ve hoy obligada a ver, inerme, cómo cae Caracas, imposibilitada de actuar mientras intenta resolver el dilema que representa para sus diplomáticos la presencia del conjunto de dirigentes del ELN hoy reconocidos internacionalmente como terroristas.

Con una movida de manual, el presidente Iván Duque, su Canciller y su Comisionado de Paz, reclaman, o, mejor, ‘exigen’ a La Habana que extradite a sus aliados del Comando Central del ELN que se encontraban allí. Obviamente que el castrismo no va a entregarle al gobierno uribista a sus propios aliados y agentes, pero esa papa caliente les impide actuar con libertad en Caracas mientras se desata la sublevación que conducirá (no me cabe duda) a la caída de Nicolás Maduro y su régimen corrupto y represor.

La fuerza la ejerce Washington, como podemos ver por las declaraciones del vicepresidente Mike Pence y los tuits de Marco Rubio, pero el apoyo de la palanca está en Bogotá, donde el uribismo ha encontrado en el atentado del ELN la herramienta apropiada para lanzarse a una guerra de exterminio muy bien justificada por las mismas acciones de esa guerrilla.

De este modo, el Eje Washington-Bogotá realiza la tarea tan urgente -según sus planes- de neutralizar a la Quinta Columna que recorre los caminos y las veredas de Colombia, es decir, la guerrilla. Con ese atentado, que provocó una marcha que hizo evidentes las grietas que existen entre los colombianos pero que ya se conocían desde los tiempos de los Acuerdos con las FARC y que no se han resuelto, lograron catalizar el apoyo necesario para emprender una neutralización de las fuerzas que habrían de apoyar la defensa del régimen de Nicolás Maduro en Colombia.

La Habana queda con el COCE en sus casas de seguridad, sin poder coordinar acertadamente una respuesta a lo que ocurra en Caracas y enfrentando una ofensiva diplomática, política y probablemente militar en su patio trasero.

Algunas de las consecuencias

Cuba está a punto de perder su granero. Esto tendrá dos tipos de consecuencias. Unas, de carácter reactivo, que llevarán a La Habana a arreciar su ofensiva en el continente, exponiendo a más de sus agentes, buscando defender los bastiones que aún le quedan -seguramente concentrando fuerzas en Managua, para evitar la ya inevitable caía de la dictadura Orteguista-Murillista- y obligando a que se descubran y dejen ver otros de sus operadores. Las otras consecuencias serán económicas: la ya miserable pobreza de los cubanos está por empeorar. ¿Cuánta más miseria están dispuestos a soportar los cubanos? La presión crecerá al interior de la isla y las tensiones se exacerbarán. ¿Habrá un estallido? No sabemos, pero por lo menos el castrismo deberá pasar a una estrategia de defensa interna.

Venezuela va camino a un cambio inevitable. El desprestigio del madurismo es tal que nadie, pero nadie en todo el mundo, le extrañará. Probablemente Maduro acabe exiliado en Turquía o Siria bajo la protección de los rusos que aprovecharán el desorden para sacar todo el oro, petróleo y diamantes que puedan arrebatarles a los chinos. A Diosdado y Tarek no les puedo prometer un destino tan digno. Ellos quizás resuelvan sus días con un paso -al menos temporal- por El Helicoide. En todo caso, en mi opinión, el régimen de Caracas tiene los días contados. Quizás las horas.

Bogotá -y, en particular, Iván Duque- saldrán fortalecidos. La corriente que lo impulsó desde un principio se había opuesto con alma, vida y sombrero a los Acuerdos firmados con las Farc y no querían ceder ni un milímetro frente al ELN. Después del atentado (probablemente comprado), no tendrán que cederle nada: tienen autorización para ir a una guerra total sin consideraciones de ninguna índole. Hay que ver si la oposición les deja el camino sin resistencia -lo dudo mucho: la marcha del domingo fue clara en ese sentido. En todo caso, el ala dura del uribismo está empoderada y ya ha comenzado a hablar de revivir las CONVIVIR, restablecer las ‘redes cívicas’ de soplones al servicio del Estado y de continuar con las reformas económicas antipopulares. Tendrán, eso sí, que dar algo a cambio. Quizás sea la cabeza del Fiscal Néstor Humberto Martínez, a no ser que él tenga una grabación en su poder que lo proteja. En ese caso, no sé quién sería.

Y, Washington, claro, recibirá una victoria que le pondrá sobre la mesa los votos de muchos latinoamericanos a Donald Trump. El eje político Bogotá-Miami-Washington podrá adjudicarse esta victoria y consolidará la influencia del Partido Republicano sobre la derecha latinoamericana. El golpe afectará a los demócratas que aún no despiertan del letargo que les provocó la errónea idea de que todos los hispanos tienen un hermano mexicano indocumentado. La jugada maestra de los estrategas republicanos está en haberse asociado con los caballos apropiados en Latinoamérica y de esperar, pacientemente, a que los dados cayeran a su favor.

A la izquierda latinoamericana le esperan años de oscuridad y ostracismo. Si no limpian sus filas y se deshacen de sus propios corruptos -que no son pocos-, se convertirán en un fantasma inútil sin vocación de poder. Ya perdieron a Correa en Ecuador y tienen a un presidente mulo como Lenin Moreno que, no solo neutralizó su poder, sino que ahora lo persigue. Evo busca perpetuarse, pero sin la billetera venezolana es poco probable que sobreviva. Y, en cuanto a Daniel Ortega: bueno, él simplemente va en caída libre, aunque cae en cámara lenta. Después de Caracas, viene Managua. No lo duden.

De modo que si no se reencauchan y no se purifican personajes como AMLO, Gustavo Petro o incluso Cristina Kirchner, las probabilidades de vencer a cualquier versión en español de Bolsonaro serán cercanas a cero. En ese caso, creo que el Centro y las socialdemocracias serán las que le den oxígeno a cualquier cosa que no sea de extrema derecha durante unos años.

Aún así, estoy convencido de que esto no es eterno. Iván Duque carece del carisma y el brillo necesarios. Este impulso le cae bien pero muy temprano en su gobierno. Por delante le quedan más de tres años de un gobierno con problemas económicos muy graves que le harán extremadamente impopular, por lo que sigo creyendo que no podrá vivir del fantasma del chavismo por mucho tiempo. El próximo presidente de Colombia no será uribista, sigue siendo mi predicción.

Finalmente, creo que el fortalecimiento que recibirá Donald Trump gracias a Venezuela será efímero, No porque lo que ocurrirá este 23 de enero no va a ser muy importante (que lo será), sino porque a los gringos lo que ocurre detrás de la pared fronteriza les importa un pito. La caída de Maduro será noticia por unas semanas, pero noviembre del 2020 está a un siglo de distancia. Lo que lo va a destruir a Trump ya recorre hoy los pasillos del Congreso.

Nota final

He gozado y sufrido mucho escribiendo esto. Ante todo, mi solidaridad perpetua con mis hermanos venezolanos, nicaragüenses  y cubanos que hoy sufren mucho, y con las víctimas del terrorismo en Colombia.

Recuerden todos que estas son ‘predicciones’ que son fruto de un análisis juicioso pero intuitivo de los acontecimientos presentes. Por supuesto que hay lugar a errores de interpretación de las señales y, sobretodo, a las correcciones que irán produciéndose a medida que ocurran los hechos. Pero créanme que son especulaciones sinceras, producto de mis propias cavilaciones y conversaciones con mis interlocutores. Y, más que nada, sepan que mi lealtad está con los débiles, con quienes sufren y quienes ansían y desean libertad y el derecho a vivir con dignidad, el derecho a vivir satisfechos y realizados.


Sunday, July 22, 2018

¿Cómo nos fue a los colombianos que asistimos al Town Hall del 19 de julio?

COMUNICADO
Para inmediata divulgación

Town Hall: ¿Hacia dónde van los colombianos después de las elecciones de 2018?

Un grupo de unas 60 personas desafiaron el tráfico de Miami un jueves 19 de julio en hora pico para reunirse a escuchar y hablar acerca del estado de la comunidad colombiana en el sur de la Florida y sus proyectos.
Algunos de los activistas colombianos
presentes durante el Town Hall.

La principal conclusión del evento es que después de preguntarse “¿Para dónde van los colombianos de Miami después de las elecciones del 2018?”, los activistas presentes coincidieron en que es necesario avanzar con hechos concretos y proyectos de trabajo en beneficio de esta y de otras comunidades locales.
La 'selfie' del evento con algunos
de los participantes.

Juan Pablo Salas, presentador del programa radial “El Opinón” y miembro del Cocilio Nacional de CAUSA, condujo el evento que se realizó en el salón 310 del edificio Primera Casa de la Florida International University FIU. Hicieron sus declaraciones Andrés Machado de la agrupación Compromiso Ciudadano Miami, Beto Coral de la agrupación Colombian Progressives del sur de la Florida y Cristhian Mancera del Partido Liberal en la ciudad.
Andrés Machado destacó cinco puntos que componen la realidad que detecta en nuestra comunidad: la polarización del país, la necesidad de contribuir a salvar el acuerdo de paz, apoyar la lucha contra la corrupción, construir comunidad entre los colombianos en el exterior y realizar un control político de los funcionarios electos.

Por su parte, para ilustrar acerca de la realidad que viven hoy muchos colombianos, Beto Coral narró su testimonio de vida como víctima directa de la violencia en Colombia y la necesidad de que se cumpla la promesa empeñada en el proceso de paz. Dijo que ‘las causas de la guerra son el hambre de poder, la venganza y el narcotráfico”.

Cristhian Mancera, uno de los organizadores del evento, habló de último y propuso que se usaran este y toda clase de eventos para construir comunidad entre los colombianos en una plataforma abierta donde las diferencias convivan con los objetivos comunes de sus esfuerzos. Dijo que además “hay que lograr superar a los líderes de papel y relevar a los enquistados en el sistema político”.

Al Town Hall fueron invitados representantes de todos los partidos políticos incluyendo el Centro Democrático, quienes declinaron asistir. Por su parte Ana Paola Agudelo, del movimiento MIRA, quien el 20 de julio se posesionó como senadora, envió una carta en apoyo al evento en la que acusa recibo de la invitación y destaca que los colombianos se reúnan para hablar acerca de su comunidad. Hizo lo mismo el senador Luis Fernando Velasco, del Partido Liberal, quien por medio de un video manifestó su apoyo a lo que se emprenda a partir de dicha reunión. Leonardo Meza, del partido ASI envió un mensaje en video desde Los Ángeles proponiendo que el ejemplo de este encuentro se pueda replicar en otras ciudades de EEUU.

Tras las declaraciones de los representantes de los partidos, dieciséis personas entre el público se sumaron al Town Hall con sus propias experiencias, propuestas, testimonios y solicitudes de ayuda. Durante el diálogo se destacaron varios elementos comunes entre los participantes del Town Hall: todas las personas presentes están en esa reunión para trabajar activamente en cosas que favorezcan e impulsen la consolidación de la comunidad colombiana. Lo que más se escuchó fue un llamado a que se unan los esfuerzos y se trabaje en conjunto, con unidad.

Se destacó la importancia y la necesidad de interactuar con los políticos electos y entidades para poder lograr los objetivos que se propongan. A pesar de la tradicional desconfianza de la comunidad en los políticos, varias personas destacaron que es necesario apoyar a los candidatos colombianos para incrementar así la participación colombiana en el poder local.

Varios activistas destacaron sus propios proyectos en los que han venido trabajando –para mejorar las condiciones de las personas discapacitadas para viajar a Colombia; para realizar una cumbre de cientos de alcaldes colombianos en Miami; para promover la construcción de la Casa Colombia; para incorporar voluntarios y activistas a diversas organizaciones que cumplen tareas varias en la comunidad.

Los colombianos agradecieron al profesor Eduardo Gamarra por haber ayudado a facilitar el lugar para esta reunión. Al final, los presentes quedaron en volver a reunirse en el futuro próximo para avanzar en las tareas y ver cómo se pueden instrumentar las acciones para activar mejor a los voluntarios y activistas y enfocar sus esfuerzos.

Quienes convocaron a este Town Hall invitan ahora a los activistas colombianos interesados en participar o servir de voluntarios en actividades concretas que ayuden a construir espacios de soluciones y empoderamiento de los colombianos en el sur de la Florida, a una próxima reunión el 16 de agosto cuando evaluarán tres alternativas de trabajo disponibles y en busca de voluntarios.

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