Monday, May 27, 2024

MAGA La masificación de la ignorancia y el odio

En MAGA se disuelve el orgulloso individuo americano y se convierte masa.

El movimiento que impulsa a Donald Trump a la presidencia por segunda vez es conocido como MAGA por las siglas del eslogan “Make America Great Again” que propuso su candidato. Toda su ideología es de ultraderecha y nacionalista-cristiana.

"Reflexiones", Fotografía del autor


MAGA ha sido construido haciendo uso de las herramientas de manipulación de masas que durante el siglo XX fueron usadas por los regímenes socialistas, solo que esta vez promueven la masificación desde la orilla de la extrema derecha.

Hoy los militantes MAGA se identifican con sus gorras, sus banderas, su mercancía. Se los encuentra en todos los lugares haciendo propaganda con sus prendas y su actitud beligerante, en las playas, en los centros comerciales, en las calles, en los parques. Así se hacen difusos, anónimos, pierden su identidad personal y se convierten en caricaturas de si mismos, en juguetes de sus líderes, en un arma política nociva, en grupos que ejercen presión sobre el resto de la sociedad. Esto les encanta, por supuesto, porque esto les da impunidad y les ofrece el poder aparente de los números para ser más agresivos y rudos. Poder que perderán instantáneamente si su candidato gana las elecciones.

Para los masa-MAGA es muy fácil identificarse con los símbolos que usan: un nombre que suena como un martillo, unos colores que ya amaban porque son los de la bandera nacional, una identidad política que no comprenden en todas sus consecuencias pero que les da permiso para decir lo que se les da la gana, especialmente si con ello hieren al oponente liberal. Los militantes de ese movimiento pierden por completo su voluntad y su agencia personal. Por eso no les incomoda que la estética chabacana de las prendas que usan los haga lucir ridículos; eso es parte del atractivo, pues creen que con ello se burlan una vez más de sus oponentes. Como su líder es un bufón cruel, asumen esa misma identidad de bufón en masa que exhiben con sus prendas y sus quejas.

Hay dos ironías en este fenómeno que contrastan de manera especial. Una, es el hecho de que MAGA crece dentro del partido republicano que desde siempre ha promovido el individualismo y el egoísmo como valores fundamentales del self-made-man americano. Esto es lo que supuestamente los motiva a integrarse al movimiento. Sin embargo, no dudan un segundo en uniformarse con sus hermanos de odio y vestir la gorra roja con cuatro letras y esgrimir las banderas que los disuelven entre la sopa que conforma la masa. Actúan como actuaron hace un siglo los italianos y los alemanes para crear dos movimientos colectivistas de ultraderecha muy similares, el fascismo y el nazismo. Los MAGA nacieron al interior del partido que decía oponerse al colectivismo soviético, y acabaron convertidos en sus mejores émulos.

Las redes sociales son excelentes para compartir conocimiento, pero son más efectivas para ofuscar la mente de las masas y masificar la ignorancia. Por eso las redes sociales –en especial ex Twitter—son el repositorio interminable de mentiras, hechos alternativos, engaños, proyecciones y toda clase de elementos que contribuyan a la confusión de las mayorías y la eventual destrucción de la democracia liberal.

El peligro que esto representa es global y sucede en casi todos los países. Los promotores del autoritarismo encontraron que es mucho más fácil usar las tecnologías modernas para provocar movimientos en masa que alteren el curso de los acontecimientos. Eso es exactamente MAGA, un movimiento autoritario antidemocrático.

Si los MAGA y sus similares llegan a triunfar en Estados Unidos y siguen ganando espacios en Europa y América Latina, intentarán transformar las instituciones de la democracia para perpetuar a sus líderes en el poder y con ellos construir una nueva sociedad basada en el nacionalismo cristiano, la segregación de razas y de clases sociales y la represión sexual.

Una ironía final a modo de conclusión: solamente el voto masivo de millones de americanos a favor de la democracia y en rechazo a esta locura de colectivización del odio, podrá vencerlos. Necesitamos el voto masivo de individuos conscientes.

###

 

Monday, January 22, 2024

Las muchas caras del fascismo 

Por Juan Pablo Salas, El Opinón


El fascismo y la ideología neonazi han recibido un impulso muy fuerte durante la última década. Sus promotores han aprovechado la polarización y las nuevas tecnologías para avanzar su agenda y construir un movimiento con diversas conexiones que busca otorgar el poder a élites autoritarias y antiliberales.

'Pajaro de fuego', ilustracion del autor


Es cierto que vivimos días tóxicos en la política y días peligrosos en el mundo. Las noticias y los comentarios de algunos políticos nos han convencido de que estamos alcanzando un momento determinante en el curso de la historia y que los factores que sostuvieron el orden mundial de la posguerra están a punto de quebrarse. Qué sociedad surgirá de ese proceso es algo que deberíamos estar indagándoles a quienes pretenden ser líderes o gobernar.

Este ambiente ha sido propicio para que ideas políticas, que hasta hace poco estaban relegadas a los márgenes de la sociedad hayan encontrado una audiencia y un público que, no solamente las acepta, sino que también ayuda a promoverlas. Mucha gente, sin darse cuenta, se ha convertido en emisaria y promotora del fascismo.

Este es un movimiento global que ha sido cuidadosamente elaborado y hoy comienza a dar frutos para quienes lo diseñaron y promovieron.

Entre sus tácticas está el desprestigio las instituciones que les dan sustento a las democracias en el mundo con el fin de generar una sensación de caos social y económico y así exacerbar ese sentimiento para promover un falso sentido de urgencia que lleve a muchas personas a creer que es necesaria una ‘mano fuerte’ para aplacar el caos y permitir un “retorno a la normalidad”.

En otras palabras, quieren convencer a la gente de que la democracia es muy caótica y que se necesita a alguien que tenga fuerza, comando, que no escuche y en cambio quiera imponer el orden, a las buenas o a las malas. Quienes caen en esta fantasía están convencidos de que un líder fuerte les va a dar o devolver privilegios.

Se trata de una campaña global de propaganda que se manifiesta de diversas maneras, algunas de ellas contradictorias y aparentemente inconexas. Por un lado, encontramos a los radicales politizados, generalmente afiliados o asociados a movimientos de ultraderecha como MAGA, o aglutinados en torno a candidatos que prosperan entre el caos, como Milei en Argentina o Bolsonaro en Brasil. Estas suelen ser personas que siempre han deseado que el gobierno esté en manos de los más fuertes de los rudos, de los ‘bullies’, y hoy sienten suficiente autoridad moral para expresarlo y promoverlo abiertamente.

Por otro lado, existe una serie de movimientos dedicados a otros asuntos, movimientos anti vacunas, anti ciencia, anti conocimiento que proliferaron durante la pandemia y aprovechando las redes sociales para crecer, hoy trabajan para desprestigiar instituciones como la salud, la medicina, la ciencia, la razón. A cambio, estos movimientos proponen respuestas alternas sin asidero en la realidad, fáciles de consumir y que demuestran un desviado sentido de la rebelión. Todo esto es impuesto sobre gente descontenta a punta de teatro político y repetición de la propaganda. Así atraen a las personar que escapan del progreso, gente que quieren el cambio, pero hacia el pasado. En lugar de progreso, quieren atraso.

Otro sector que ha contribuido a ese desprestigio de las instituciones son algunos de los partidos políticos establecidos que irónicamente eran sus defensores y hoy están directamente comprometidos con la destrucción de la democracia, como el partido republicano en Estados Unidos que defiende a un candidato que promete convertirse en dictador desde el primer día y con sus guerras culturales destruye derechos y libertades y desdibuja instituciones políticas como las elecciones.

En esa sopa de conspiradores debemos incluir a quienes lideran las campañas como los negacionistas de la fuerza de gravedad, los fanáticos de los imaginarios ‘chemtrails’, los proponentes de la tierra plana, los convencidos de la existencia de especies alienígenas que conviven con los humanos, que insisten que tras ‘los muros de la Antártida’ se esconden civilizaciones ultra avanzadas y toda clase de fantasías. Casi siempre son los mismos y parecen coexistir en su propio mundo imaginario lleno de peligros y engaños. Conscientes de la vulnerabilidad de muchos de los seguidores de estas tesis marginales, los extremistas esperan pacientes para reclutar entre ellos a sus soldados.

Todos esos sectores tan disímiles buscan el mismo resultado: generar dudas en las convicciones y valores que sostienen lo que queda de la civilización moderna. Al cuestionar verdades establecidas y aceptadas –tan elementales como que la tierra gira en torno al sol—, lo que hacen es instalar en las mentes de las víctimas de su propaganda las semillas de duda sobre conceptos mucho más peligrosos, como que el mundo está sumergido en el caos, que existe una élite que nos comanda a todos, y que la solución a todo eso es un hombre fuerte que imponga el orden.

Todos esos elementos hacen parte de la misma campaña y se repiten, de una u otra manera, en casi todos los países. Podríamos afirmar que se trata de una operación psicológica (psyop) de profunda envergadura, o de varias operaciones simultáneas que coinciden y que manejan proyectos a varios años. La que aquí denunciamos busca conseguir que los habitantes de las democracias liberales se sientan impulsados a desear un gobierno estricto que, por ejemplo, frene las migraciones de pobres y refugiados, que evite el desorden moral sexual de las mujeres que piden aborto, los gays que lo hacen por donde es pecado, y los trans que quieren exterminarnos, entre otras ideas de odio y rechazo.

Los creadores de estas campañas han aprovechado las lecciones aprendidas en regímenes anteriores –copiando casi al pie de la letra las campañas de desinformación y reescritura de la historia de los soviéticos durante la Guerra Fría--, y amplificándolas a través de las redes sociales donde el individuo se convierte en propagador del mensaje y así alcanzan con precisión quirúrgica las mentes de las personas susceptibles para convertirlas en sus soldados.

Hoy en Estados Unidos la defensa de la democracia es de carácter estratégico para todos, no solo para los estadounidenses. Si la actual iteración autoritaria del partido republicano de Donald Trump llega al poder, no quepa duda de que entre las consecuencias estará la pérdida de derechos y libertades para las mujeres, los inmigrantes, la comunidad LGBTQ y todas aquellas personas que no se conformen con el mandato del régimen. Veremos un ascenso en el número de regímenes antidemocráticos comandados por hombres apoyados en élites radicalizadas cercanas al fascismo, amigas de la supremacía blanca, el racismo y fanáticos religiosos. Quieren convertir las democracias liberales en regímenes cristofascistas.

La historia nos ha enseñado que la clase media –antes llamada ‘pequeñoburguesía’—, cuando ve sus pequeños privilegios en peligro, acaba comprando el veneno que le ofrecen como remedio: la dictadura. Estas que describimos aquí son algunas de las campañas para convencerla de ello.

###