Por Juan
Pablo Salas
La noticia estremeció a todos en Colombia:
Jesús Santrich, uno de los más importantes líderes de la ex guerrilla y ahora
partido político FARC fue arrestado el 9 de abril en su casa del barrio Modelia
en Bogotá acusado por un gran jurado en Nueva York por su supuesta
participación en una conspiración para exportar 10 toneladas de cocaína a los
Estados Unidos.
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Jesús Santrich |
El incidente es la verdadera prueba de fuego
que debe enfrentar el Acuerdo de paz que firmaron el 27 de noviembre de 2016 el
gobierno de Juan Manuel Santos y la, hasta ese día, más grande y antigua guerrilla
del continente.
En una primera mirada al incidente, el panorama
luce sombrío para la Farc y para el proceso de paz. Sin embargo, el caso puede
acabar siendo una oportunidad de oro para que dicho proceso se consolide y al
fin los colombianos podamos pasar esa página de la historia para enfrentarnos a
los nuevos retos que nos esperan, que no son pocos.
El ‘indictment’
Era de esperarse que las primeras reacciones de
los líderes y militantes del partido Farc fueran beligerantes y de rechazo a
las acusaciones que desde Estados Unidos se le hacen a Santrich. Su postura es la
que políticamente les corresponde asumir en este momento, puesto que se hace
antes de conocer las evidencias con las que se están sustentando la acusación.
Se entiende, entonces, que Iván Márquez emita
una primera declaración en la que asegura que se trata de alguna clase de trampa
tendida desde Estados Unidos en contra de su compañero y con el fin de arruinar
el proceso de paz.
Sin embargo, es muy difícil que una acusación
de semejante calado y profundidad pueda ser una conspiración de las autoridades
estadounidenses. La acusación está respaldada en un ‘indictment’ que emite un
Gran Jurado en Nueva York.
Un Gran Jurado es un mecanismo de la justicia
en EEUU que difícilmente se puede manipular, dado que se se establece para un propósito
particular: determinar si las pruebas y evidencias de un caso son suficientes
como para seguir adelante y avanzar en la investigación y presentar las
acusaciones formales que corresponden. No se trata de una corte de garantías,
pero es una de las estructuras judiciales que otorgan mayores garantías a los
acusados.
De modo que si de este tipo de corte surge el
documento que más tarde Interpol admite para emitir la Circular Roja que ordena
el arresto de Santrich y sus coconspiradores, esto ofrece bastante credibilidad
a las evidencias y complica seriamente la vida judicial de los acusados.
El verdadero reto
Más allá de las posturas que se puedan asumir
por razones políticas, los líderes y militantes de la Farc deben ser conscientes
y realistas: si las evidencias son contundentes y demuestran que Santrich y sus
amigos estaban conspirando con el fin de exportar las 10 toneladas de cocaína,
deben aceptar que su excompañero les traicionó y lo mismo hizo con los
colombianos que depositamos en el Acuerdo de La Habana la fe en que podríamos
superar la guerra.
De comprobarse que Santrich estaba
narcotraficando, su culpabilidad es mucho más seria, pues no solo estaba
cometiendo un grave delito en gran cuantía, sino que además estaba incumpliendo
su palabra a sus compañeros de lucha así como a todos los colombianos y garantes
del pacto que confiaban en el cumplimiento estricto de las leyes frente a la
generosidad con la que estaban siendo tratados.
Si es cierto lo que asegura el ‘indictment’,
Santrich cometió un acto de irresponsabilidad mayúscula en contra de la paz y
esto es algo que sus demás compañeros deben admitir y comprender. Si la
voluntad de paz de las Farc era sincera y sigue siéndolo, les corresponde
aceptar que su compañero les falló y dejarlo ir con todas sus consecuencias.
Una oportunidad disfrazada
De la reacción que asuman los militantes de la
Farc así como del absoluto respeto a las garantías del debido proceso por parte
del Estado colombiano depende el futuro del país. En ambos lados debe primar la
cordura y la cabeza fría para evitar que los ánimos lleven a que alguien cometa
un acto que encienda una hoguera donde no la necesitamos.
Si todos los protagonistas de este asunto se
comportan como corresponde y se avanza en el proceso con normalidad, esto puede
convertirse en la prueba clara de que los acuerdos se están cumpliendo y deben
seguir siendo honrados por todos.
Esto demostraría que la crítica fundamental que
le hacen al proceso de paz –su supuesta impunidad---, no es cierta y que
quienes incumplan con lo acordado, se las verán con la justicia ordinaria. De la
misma manera, si se comprueba que las evidencias son insuficientes o que no
ofrecen las garantías de caso, la reacción del Gobierno en ese caso también
servirá para demostrar su voluntad de paz y justicia. De esa manera quedaría
comprobada la validez de lo que se acordó con tanto esfuerzo.
Algunos cabos sueltos
A pesar de ese optimismo manifiesto a lo largo
de este artículo, en el fondo quedan varios asuntos graves por resolver que
complican el panorama y hacen que, de consolidarse definitivamente el avance de
la paz, será un triunfo aún más valioso de lo que ha sido hasta el momento.
Algunos de esos cabos sueltos son:
--¿Por qué la Fiscalía se ‘saltó’ a la JEP?
La directora de esa corte indicó que se
enteraron del arresto de Jesús Santrich a través de los medio. El Fiscal Néstor
Humberto Martínez no tenía por qué haber eludido informar a esa corte para así demostrar
transparencia en su decisión.
--10 toneladas a 15 millones:
Esto indica que cada tonelada de cocaína se
estaba ofertando a un millón y medio de dólares cada una. ¿No es ese un precio demasiado
barato? De ser así, ¿se trataba de un cargamento excesivo del que los
conspiradores querían deshacerse rápidamente? ¿Era un precio de ganga, un
inventario del que se estaban librando? ¿Acaso era un cargamento que ya estaba
preparado para ser exportado, puesto que ofrecieron ponerlo en su destino en
menos de dos meses y en aviones con matrículas estadounidenses? Además, iban a ponerlo
en Miami y esperaban cobrar allí mismo el dinero. ¿Qué iba a ocurrir con ese
dinero? ¿Dónde quedaría?
--¿Era esta cocaína de las Farc o era un
negocio propio de Santrich? ¿Acaso hay más cocaína guardada? De ser así, ¿qué harán
con ella?
En ese caso, esta operación sirve de advertencia
clara para quienes pretendan seguir en el negocio: están siendo vigilados atentamente
y pueden acabar en una celda en Estados Unidos.
--¿Es Santrich el cordero sacrificial?
Está claro que los líderes de las Farc están
bajo estricta observación y que aún deben probarse genuinos en sus intenciones.
Este caso debe servir para demostrar su buena fe. Si no la tenían, también les
sirve para entregar a su compañero Santrich como el sacrificio a pagar a cambio
de suspender cualquier otro delito que puedan estar cometiendo hasta ahora.
--Este no es el único problema que enfrenta el
proceso:
El mal manejo de los fondos del posconflicto,
las demoras en la adaptación de los campamentos de reinserción y las
dificultades de la Farc para hacer campaña política también han despertado
preocupación y molestias entre los exguerrilleros. No se puede correr el riesgo
de arruinar lo logrado a punta de inoperancia y negligencia.
--¿Este arresto era para congraciarse con
Trump?
Se ha planteado como extraña la coincidencia de
que este arresto ocurriese a pocos días de la planeada visita del presidente
Donald Trump a Colombia –que al día siguiente fue cancelada por las
dificultades que se presentan en Siria y en su lugar viajará Mike Pence--, pero
es muy difícil imaginar una coordinación tan precisa de un Gran Jurado con la
Casa Blanca y más tarde la Interpol como para que haya lugar a que se trate de
algo más que una coincidencia.
Esas son apenas algunas de las muchas preguntas
que surgen hasta el momento. Esperamos que se vayan resolviendo poco a poco.
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