Sunday, October 12, 2025

De aves y viajeros

Cuento

"Jelín", ilustración del autor

I

Dicen que al costado del ferrocarril de Mao se sembraban los mejores cultivos para que él viera lo grande que era la China bajo su gobierno. Hacia allí acudían las aves a alimentarse. El resto de la tierra permanecía desolada. El Chairman los vio por su turística ventana y señaló con sus sucios dedos. Preguntó a sus asistentes, quienes lo mantenían encerrado en cifras mentirosas para sostener la narrativa y evitar su propia muerte. “Gorriones”, respondió uno de los delegados. Completando el gesto que había iniciado con la mano, Mao replicó: “Mátenlos a todos. Se están comiendo la comida del pueblo”. Nadie se atrevió a advertirle de las funestas consecuencias de tal plan. Mientras el pueblo aprovechó para saciar su hambre con aves y gorriones por orden del Líder, al cabo de un año la hambruna empeoró. La ausencia de aves contribuyó a la destrucción de plantíos y más desabastecimiento. Todo lo que China producía se exportaba para financiar su industrialización. El pueblo, entretanto, moría entre los pogroms y el hambre.

Una década después se importaron 250.000 gorriones de Corea para repoblar. China, entretanto, seguía siendo rural.


II

Biólogos han advertido acerca de las consecuencias que está teniendo en la salud de los colibríes el cariño de sus admiradores. Encantados por sus colores, los entusiastas jardineros disponen bebederos con agua azucarada para atraerlos. Fascinados por el dulce néctar, los colibríes mueren de diabetes.


III

El granjero levanta la vista al cielo y ve con terror las aves migratorias que viajan escapando del frío del norte. A su lado descansa su escopeta. Al verlos cruzar, la pone sobre sus piernas y mira al corral donde sus pavos engordan a la espera del sacrificio del Día de Acción de Gracias. “Si uno de esos pájaros se atreve a bajar”, dice rozando el gatillo de su calibre 12, “aquí estoy esperando”, susurró. “No permitiré que me traigas tu maldito virus aviar y que acabes con mi granja”.

Toda la mañana vio bandadas de aves migratorias en su paso hacia el sur. Ese día ninguna se detuvo en su granja.


IV

A pesar del temor constante a las redadas, la familia se levantó temprano esa mañana para alcanzar a llegar a tiempo a la escuela y al trabajo. Los niños todavía tenían el cabello mojado por la ducha cuando, en el último semáforo antes de la escuela elemental, los rodearon varios vehículos sin marcas. Como en las películas de acción, hombres armados y con diversas clases de uniformes de bajaron de los vehículos y comenzaron a golpear las ventanillas y a exigir a gritos que el papá se bajara del vehículo. Los gritos sonaban opacados por las máscaras que cubrían sus rostros. El padre cerró las ventanas y las puertas pero no pudo escapar. Uno de los enmascarados rompió el cristal con un bastón y forzó la puerta. Cuatro de ellos arrancaron al padre del volante y lo tiraron al suelo mientras la mamá grababa un inútil video. Los cuatro gigantes consiguieron reducirlo y le pusieron zip-ties en torno a sus muñecas. Arrastrándolo, lo subieron a una de las camionetas y se fueron como demonios perseguidos.

El último de ellos miró a la madre a los ojos a través de la rendija de su máscara de esquiador y le dijo: “Mejor, váyase. Después venimos por usted”.

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Sunday, January 26, 2025

Inmigrar no es un delito, humillar no es una virtud


Los seguidores colombianos y latinos del nuevo presidente estadounidense se sienten orgullosos después de ver que bajo las sombras de la noche se deportó en aviones militares a centenares de personas, supuestamente criminales, y pretendieron forzar a los países a recibirlos a las buenas o a las malas. Hasta que Colombia rechistó y fue sancionada de inmediato, como si hubiese cometido un crimen. Su crimen fue haber exigido respeto para las personas que estaban siendo deportadas y para las naciones que las deben recibir.

Ilustración del autor

La estúpida lógica de la fuerza en la que creen los seguidores del movimiento MAGA es siempre la misma. Desde el líder de ese movimiento hasta el último de sus militantes están convencidos de que, porque tienen el poder en sus manos, deben usarlo a la fuerza e imponer su parecer sobre todos los demás, sin consideración alguna y mucho menos conmiseración. Porque asuntos como la dignidad, los derechos humanos, la compasión, la solidaridad, ahora son considerados pecados socialistas según la nueva Biblia que les vendieron a $65, con tapas de cuerina y una herejía incluida. Enesa Biblia el amor es woke y gay. El odio, en cambio, es bien macho. Así lo creen y lo manifiestan sus seguidores.

Por eso no me sorprende –aunque sí me enoja—ver la reacción de tantos colombianos y latinoamericanos frente a la afrenta de Estados Unidos. Aplauden al gobierno que quiere imponer su voluntad a la fuerza sobre todos los demás y esperan que la gente no reaccione, que todos miremos para otro lado y permitamos que sucedan estos horrores sin rechistar. Quieren convencernos de que todos los criminales son inmigrantes y que todos los inmigrantes somos sospechosos.

Quienes así piensan, también saben llenarse la boca de argumentos contra las personas que están siendo agredidas por esta Administración. Saben hablar muy mal de las personas trans, de las personas LGTBI, de las mujeres que necesitan abortar, de los inmigrantes, de los palestinos, de todos aquellos a quienes apunta el odio proveniente de las máquinas de disparar propaganda.

Hemos aprendido a leer, pero muchos han olvidado cómo entender lo que leen. Estamos tan concentrados en nuestras pantallas y en todo lo que nos muestran, que nos falta tiempo para detenernos a pensar si eso que vimos, si eso que nos dijeron, si eso que leímos es cierto y qué consecuencias puede tener. En medio de este berenjenal informativo, personajes como Elon Musk han invertido miles de millones de dólares en construir esas máquinas que han aprendido lo suficiente de cada uno de nosotros como para saber qué clase de semilla de odio prosperará en cada corazón. La operación psicológica ejecutada durante los últimos diez años ha sido muy efectiva en transformar el parecer de muchas personas y las convirtió en individuos dispuestos a aprobar su autodestrucción.

¿Cambio climático? Woke. ¿Derechos civiles? Woke. ¿Constitución? Woke. ¿Chequeos y balances? ¡Woke! ¡Todo lo bueno es woke! Ser liberal es –para ellos—despreciable. Amar al prójimo, buscar hacerle el bien, atender al necesitado: woke. ¿Ayudar a una mujer que necesita abortar? En Texas no solo es woke, sino que además es un delito.

Todos esos hispanos que hoy aplauden la expulsión de sus hermanos hispanos se creen seguros, están convencidos de que “ya fueron admitidos en la sociedad americana”. No se han dado cuenta de una realidad mucho más grande y que pronto les quitará el piso. Quienes promueven estas deportaciones masivas son racistas supremacistas que buscan reducir la población no blanca de los Estados Unidos para mantener su mayoría blanca. Así nos lo han dejado saber, pero muchas personas no han recibido ese mensaje.

Yo entiendo que los republicanos ganaron las elecciones. Sin embargo, aunque ganaron, con ello no adquirieron sabiduría. La fuerza bruta sigue siendo bruta. Humillar a las personas es meramente una demostración de fuerza, y deshonra más a quien comete la humillación.

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