En busca de ese reencuentro entre opuestos que
necesita nuestra gente, este domingo 23 acudimos con El Opinón al conversatorio
al que convocó en el restaurante Mongogo’s de la ciudad de Doral el Centro
Democrático al cual acudió su líder, el senador Álvaro Uribe.
"Sombra en U", foto del autor |
Los temas principales que se trataron fueron
las renegociaciones de los Acuerdos de La Habana y, de una manera un poco
tangencial, la situación política de Venezuela.
El lugar estaba lleno de gente, demostrando que
en Miami, Uribe tiene gran convocatoria y su gente está motivada. A la cita
acudieron los representantes políticos de la derecha del sur de la Florida, el
senador Marco Rubio, los representantes Ileana Ros-Letinen, Mario Díaz Balart y
Carlos Curbelo y el anfitrión, el alcalde de Doral, Luiggi Boria. Sin embargo,
estuvo claro durante toda la jornada que el líder de todos ellos es Álvaro
Uribe. Y, no lo digo de una manera despectiva o crítica, sino simplemente para
resaltar un hecho claramente visible.
En la mirada de la representante Ros-Letinen,
por ejemplo, quien tuvo que retirarse temprano, se veía el mismo fervor que
había entre las senadoras colombianas que acompañaban a Uribe y sus más
fervientes seguidoras y seguidores del público. Como no suelo acudir a esta
clase de eventos, me sorprendió ver tanta exaltación, especialmente cuando no
se trata de un candidato en campaña sino de un expresidente que se ha mantenido
en la política.
Más adelante referiré los elementos específicos
de lo que dijo Uribe acerca de los Acuerdos de La Habana, algunos de ellos
novedosos. Pero ahora quiero centrarme en lo que en El Opinón interpretamos que
está ocurriendo con el uribismo en la política de nuestra ciudad y el impacto
que esto tendrá en el Hemisferio.
Modelo internacional de la nueva derecha
El Centro Democrático ya tiene en Florida dos
oficinas, una en Miami y otra en Orlando. Esto demuestra el fuerte interés de
ese partido en los colombianos de la Florida quiene siguen votando masivamente
por su propuesta política, algo que quedó confirmado con el resultado del
Plebiscito en el que el No ganó con una fuerza equivalente a la del resultado
de las elecciones presidenciales de 2014. Pero esto es solo la mitad de la
cuenta.
El otro objetivo que podemos deducir de esa
inversión en oficinas partidarias en este importante estado también tiene
efectos en la política de la Florida, como queda demostrado con la presencia de
Rubio, Ros-Letinen, Díaz-Balart y Curbelo y la coincidencia programática que
esto representa. Está claro que el coto de caza que es nuestra comunidad
hispana tiene relevancia más allá de las fronteras del estado y vale tanto para
los intereses de Álvaro Uribe en Colombia como para los intereses de los
políticos locales.
Lo que detectamos es que aquí se ha configurado
una alianza entre hermanos ideológicos y sus consecuencias son hemisféricas.
Mientras que los demócratas ven pasar estos sucesos sin intentar
contrarrestarlos con movidas similares, los republicanos aprovechan las
coincidencias y se montan al tren del Centro Democrático que se va consolidando
como una fuerza política de derecha con intereses en Colombia, Estados Unidos,
México, Venezuela y Centroamérica y, sin duda, también en otros países de
Suramérica, aunque suponemos que ese esfuerzo se hará visible más adelante.
Y, es que el votante hispano se ha convertido
en un elemento clave en Estados Unidos, pero su manejo es complejo, dado que
toma varios años en convertirse en ciudadano y otros más en entender la
política del país y más aún en llegar a interesarse por ella. La inversión es a
largo plazo y los temas que interesan son variados.
Sin embargo, el sur y el centro de la Florida esos
intereses son más homogéneos. Las comunidades cubana, colombiana y venezolana
que habitan estas calles están unidas en su deprecio a lo que ahora se les dio
por llamar castrochavismo. Esa fue la palabra clave entre los colombianos que
votaron No en el Plebiscito, aunque no figura en ninguna parte en los Acuerdos
entre el Gobierno y la guerrilla de las FARC. Pero como estos fueron
negociados, redactados y lanzados desde la capital de la isla comunista, para
los seguidores de Uribe, Rubio, Ros-Letinen y Díaz-Balart basta con que hayan
salido de La Habana para que sean despreciables.
El voto hispano vale por dos
El voto hispano va adquiriendo además otra característica
que lo hace aún más apetecible: vota doble. A medida que su población en la
diáspora va creciendo, la mayoría de nuestros países van modificando su
política nacional para permitir la participación política de los cientos de
miles de personas que viven en el exterior. Aunque la convocatoria no es
todavía muy numerosa en la mayoría de los casos, en las democracias polarizadas
que vivimos es fácil ver cómo esos votos se hacen apetecibles para cualquier
político. Como se acaba de ver en Colombia y no hace mucho se vivió en
Argentina, una elección puede ser definida por un puñado de votos.
Por eso no es de extrañar que los republicanos
estén aprovechando la ventaja que tienen al tener a la mayoría de los
funcionarios electos del sur de la Florida en sus manos, y una coincidencia
ideológica tan fuerte con Álvaro Uribe. Cada votante del uribismo suma en ambas
casas y vota con la misma lealtad aquí y allá. Su desprecio por todo lo que se
parezca a la izquierda los hace aliados naturales de los republicanos y eso es
algo que aquí se entiende con claridad.
Los venezolanos tienen menos capacidad orgánica
que los colombianos del Centro Democrático. La oposición venezolana ha sido más
errática en sus propuestas y actualmente libra una dura batalla contra el PSUV.
Además, aunque algunos son de derecha, en la MUD se ven obligados a convivir
con todas las vertientes políticas de centro y de centroizquierda, por lo que son
menos homogéneos. Por supuesto que cuentan con el apoyo de los políticos
locales (de hecho, Rubio y Ros-Letinen han sido quienes promueven sanciones
contra el régimen de Maduro), pero localmente no tienen todavía la misma
capacidad de movilización que los colombianos de Uribe. Esto no quita, claro,
que sean igualmente apetecidos y por eso en el conversatorio de Mondongo’s,
todos los que tomaron el micrófono aprovecharon para referirse a Venezuela y
ofrecer su apoyo.
Uribe: un líder hemisférico
En conclusión, se va haciendo cada vez más
claro que Álvaro Uribe no es un líder solamente para quienes le expresan su fervor
a través del Centro Democrático. A pesar de contar con serios enemigos y duros
oponentes, el expresidente colombiano se proyecta a nivel hemisférico. Su
influencia no se limita a los asuntos de Colombia, sino que hoy se lo ve como
un aliado de importancia para quienes desde la derecha quieren promover sus
ideas y encontrar recursos, herramientas y experiencia.
No hay en el Continente ningún otro líder de
izquierda o derecha que tenga tanta visibilidad y que se mantenga en actividad en
su país y fuera de él como Uribe. Quizás habría podido hacerle contrapeso
alguien como Hugo Chávez –y su fantasma está en el término que el mismo Uribe acuñó:
castrochavismo-, pero Nicolás Maduro no es Chávez y Rafael Correa tampoco.
En ese sentido, los republicanos en Estados
Unidos van ganando de mano y los demócratas parecen estar dormidos. Quién sabe
si después de finalizar su mandato Juan Manuel Santos tendrá suficiente
prestigio y motivación para hacerle contrapeso desde la centroderecha o desde
el una alianza de centro, pero hoy tiene una papa caliente que resolver con los
Acuerdos y ese debe ser su desayuno, almuerzo, cena y merienda hasta
conseguirlo. No sabemos en qué tónica querrá mantenerse en la política, si en
calidad de Senador o tras bambalinas, como había sido tradición antes de que
llegara Uribe. Tampoco sabemos qué efecto tendrá en su prestigio el logro que
está por conseguir.
Despertar o ver pasar la carroza
Por todas estas razones vemos que el Centro Democrático
de Colombia es la punta de lanza de una ofensiva de la derecha hemisférica para
aprovechar las herramientas de la democracia para hacer avanzar su agenda en
nuestras naciones. Su influencia en los Estados Unidos se mide tanto en los
votos hispanos que puede poner –especialmente en Florida- como en los gobiernos
que puede influenciar. El voto cubanoamericano puso a George W. Bush en el
poder. ¿Quién sabe si en ocho o doce años no llegaremos a un punto similar y
sea el voto colombiano y venezolano el que lo resuelva?
Si el Partido Demócrata en Estados Unidos tiene
planeado contrarrestar esta fuerza, deben saber que llega tarde a la fiesta y
que deberá hacer una verdadera inversión en dinero, en personal y en campaña. Además,
debe buscar un liderazgo presentable que surja de alguno de nuestros países y
se pueda proyectar como lo está haciendo el uribismo. Este ejemplo demuestra
que la Reforma Migratoria no es ya la motivación principal de los latinos.
Y, las demás vertientes políticas del
continente deben despertar y aprender, o dentro de unos años verán pasar la
carroza con los seguidores del uribismo encaramados en ella.
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