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"Una daga de amor", dibujo del autor. |
Es cierto:
los colombianos hemos roto el mito de la guerra. Aunque tenemos serios
problemas de seguridad y aún hay muchos guerreros en las calles y las veredas, los
colombianos hemos comprendido que la guerra no es el camino al poder. Nos ha
tomado un largo tiempo llegar hasta aquí, pero el éxito de este proceso de desmovilización
de las F/RC* (ver notas al pie de página) es la mejor prueba de que esa idea ha calado hondo.
El pasado 27 de junio en Mesetas, Meta, se
realizó la ceremonia
de entrega o dejación de armas. A pesar de ello, el uribismo** ha lanzado una
ofensiva a través de los medios y las redes sociales para desvirtuar la entrega
de armas y sembrar dudas respecto a la honestidad de esta parte clave del
proceso.
Es que en la búsqueda del poder es tan útil
ganar como hacer perder al oponente. Por eso a cada paso los uribistas oponen
rechazo, duda, inquina. No importa que para ello tengan que inventar malas
cuentas o despertar fantasmas dormidos. Por eso han puesto en duda el prestigio
de la ONU, el número de armas entregadas, exigen una foto de Timochenko entregando
su pistola y se preguntan acerca de los olvidados fusiles de Montesinos.
Quedan por desenterrar las 900 caletas regadas
por todo el país, pero son 7.132 el número de armas entregadas hasta
ahora, según la comisión de la ONU que supervisa la entrega. Aun así, para los
uribistas resultan muy pocas, pues según sus avezados estrategas militares,
como la representante María Fernanda Cabal, cada guerrillero portaba al menos
dos armas de dotación personal.
En El
Opinón no creemos que cada guerrillero portara dos armas de dotación: eso
es muy costoso, engorroso y pesado. Muchas deben estar enterradas en las 900
caletas, algunas seguramente desde los tiempos de El Caguán, cuando el número
de guerrilleros iba en aumento y el dinero era mucho.
Las críticas de Álvaro
Uribe a la ONU son las mismas que han surgido en años recientes desde Israel y la
derecha en Estados Unidos: que es burocrática y de izquierda. Las burlas provocadas
por las declaraciones de la representante Cabal a El
Espectador por su error al revivir a la Unión Soviética, hicieron que se
perdiera de vista lo absurdo de sus críticas. Cabal se olvidó de que la ONU es un
organismo multilateral y que China y Rusia están en el Consejo de Seguridad desde
su fundación para evitar la hegemonía de un solo país. Ese no es un error sino
un acierto. Se olvidó de que Rusia no es comunista y que, así como Uribe está ideológicamente
cerca de Donald Trump, del mismo modo lo está de Vladimir Putin. Pero aunque el
garante fuera el Papa Francisco o la OEA, también dirían que son izquierdistas.
En cuanto a la foto de Timochenko entregando su
arma, creemos que el uribismo espera ver esa
imagen como muestra clara de que las F/RC se han rendido y por eso mismo
los ex guerrilleros no quieren darles el gusto. Su intención es pasar a la historia con
honor, precisamente lo que los uribistas buscan negarles.
Respecto a los fusiles del fantasma Vladimiro Montesinos (¿quién le cree hoy a Montesinos?), el número de 10.000 siempre fue una suposición. Además, como afirmó el presidente Juan Manuel Santos, muchos ya deben estar en manos de las FF.AA. recobrados durante diez años de operativos. Pero, por mera lógica, ¿es posible imaginarnos a cada guerrillero portando dos y tres fusiles en cada marcha?
Respecto a los fusiles del fantasma Vladimiro Montesinos (¿quién le cree hoy a Montesinos?), el número de 10.000 siempre fue una suposición. Además, como afirmó el presidente Juan Manuel Santos, muchos ya deben estar en manos de las FF.AA. recobrados durante diez años de operativos. Pero, por mera lógica, ¿es posible imaginarnos a cada guerrillero portando dos y tres fusiles en cada marcha?
Pero esa aritmética (7.000 guerrilleros x 2
armas = 14.000 armas) no es sino un invento para sembrar un número en la mente
de los colombianos y provocar una duda fundamental respecto a la honestidad de
las F/RC, dando a entender que mantienen al menos la mitad de sus armas
guardadas con el fin de volver a movilizarse.
¿Volver al monte?
Entendemos que exista gran desconfianza a todo
lo que plantea esa ex guerrilla, dadas las experiencias anteriores como El
Caguán y centenares de acciones que sembraron dolor entre los colombianos. Sin
embargo, aquí en El Opinón nos
preguntamos: ¿Será verdad que las F/RC guardarán armas para volver a
movilizarse? La razón nos lleva a otorgarles el beneficio de la duda. Veamos.
El propósito político de las F/RC es el mismo
que el del uribismo o los liberales: el poder. Los ideólogos de esa guerrilla nunca
creyeron en la guerra insurreccional y eso quedó confirmado en las siglas que
agregaron a su nombre: EP, Ejército del Pueblo. Después de cinco décadas de combates,
sus líderes comprendieron que no lograrían construir un ejército revolucionario
capaz de derrotar al ejército del Estado, respaldado por el poderío de Estados
Unidos. No hay suficiente dinero para ello, excepto en dos prácticas horrendas
que provocaron el rechazo rotundo de los colombianos: el ruin negocio del
secuestro, y el narcotráfico, que ensucia y envilece todo lo que toca.
Así como es costoso construir un ejército, es
igualmente costoso desmontarlo y procurar sobrevivir políticamente. Para los
líderes de las F/RC no debe haber sido fácil convencerse primero y después
a sus compañeros de la conveniencia de este camino. Eso debe haberles
significado intensas luchas internas. La inversión de capital político al
interior de sus propias filas no ha sido poca y no van a desperdiciar tanto
esfuerzo.
Sigamos usando la lógica del poder. ¿Querrán los
líderes de las F/RC traicionarnos y regresar al monte? ¿Sobrevivirían
políticamente a semejante decisión? En El
Opinón estamos convencidos de que no lo lograrían. La mayoría de sus ex combatientes,
que ya están en camino a sus nuevas vidas y en contacto con sus familias, se desmontarían.
Los pocos que regresarían al monte lo harían desmoralizados y conscientes de
que las posibilidades de triunfar serían aún más remotas.
Les tomó cincuenta años llegar aquí. Les tomaría
un siglo regresar a un punto similar y no hay cuerpo que aguante. Sería un
suicidio político intentar regresar a la guerra. Quedarían condenados a una eterna
marginalidad. De ahí que ni siquiera la supuesta ‘disidencia’ haya actuado con
fuerza hasta hoy. De ahí que el ELN siga avanzando en sus propias
negociaciones, aunque sea a los tumbos.
Ahora las F/RC tienen el reto de volcarse a
tratar de convencer a los colombianos de la viabilidad y bondad de su propuesta
política en un momento de la historia en el que el socialismo goza de tremendo
desprestigio y en la vecina Venezuela ese proyecto se aproxima al desastre. Esa
es una tarea más difícil que la guerra. En ella, el uribismo insiste en asustarnos
con el coco del castrochavismo pero allí asoma el
peligro autoritario.
Notas:
*Aunque no se conoce cuál
será el nombre del partido en el que se habrán de convertir, propongo que
durante este período intermedio nos refiramos a la ex guerrilla más antigua de
Colombia, FARC, como las F/RC, pues ya han depuesto las armas.
**Con el fin de simplificar,
en este artículo nos referimos al ‘uribismo’ y en él incluimos al Centro Democrático,
a Andrés Pastrana, a Martha Lucía Ramírez, al destituido exprocurador Alejandro
Ordóñez y demás miembros de esa alianza de derecha.
Excelente análisis. Felicidades Juan Pablo. Admiro tu compromiso con la verdad en un medio tan duro como es Miami, donde la lógica y la razón están ausentes de la comprensión de lo que sucede en el mundo real.
ReplyDeleteGracias por tu opinión. Seguiremos adelante con ese compromiso aunque parezca que aramos en el mar.
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