Monday, November 14, 2016

De la protesta al activismo

Creo que muy pocos de mis amigos que votaron por Donald Trump son racistas, sexistas, xenófobos o antigay. Así como creo que pocos de los que votaron por el No en el Plebiscito quisieran regresar a la guerra. Entonces, ¿por qué son más los malos entendidos que lo bueno por comprender?

Se ha abierto un gran abismo en nuestras comunidades, incluso entre familiares, viejos amigos, gente que se quería mucho y hoy no se tolera. En parte es culpa de nosotros mismos, pero es, ante todo, algo que nos llovió desde las élites y nos infectó a todos. Para simplificarlo aún más: es culpa de los diseñadores de campañas.

La política electoral está llena de mentiras, medias verdades y algunas (muy pocas) realidades. Es un asunto de branding, de marca, de presentación. Poco tiene que ver el contenido y mucho el mercadeo de eslóganes y la manipulación de emociones. Los vendedores de candidatos saben estimular los deseos, los miedos y las emociones de su mercado, el electorado. Y, para infortunio de muchos, la derecha ha sido más efectiva a la hora de sobre-simplificar los contenidos para vender sus candidatos a más personas y ganar las más recientes elecciones: Brexit, Plebiscito, Trump, entre otras.

No voy a transferir a sus votantes todo lo que dijo Donald Trump. Es más: no creo que él mismo se creyera todo lo que dijo, ni que dijera todo lo que creía. Como escribí al comienzo, algunos de mis amigos y conocidos tendrán algo de racismo o de desprecio por “los ilegales” en sus corazones y quizás eso les haya motivado a votar por Trump. Pero la mayoría, quiero creer, tenían otras ideas en la cabeza y ese hombre las representaba mejor.

Me da tristeza ver, eso sí, que la forma como se condujo esta campaña envalentonó a los supremacistas blancos, a los verdaderos racistas, a los que desprecian al inmigrante, a los que se creen que esta nación les pertenece “a ellos”. Las primeras acciones de Donald Trump –como la selección de algunos miembros de su gabinete y la entrevista que otorgó al programa 60 Minutos- no contribuyen a mejorar esa calificación. Sigue agitando ese avispero y las avispas, encantadas, están saliendo a hacer lo que saben hacer.

Por eso creo, como muchos otros, que la protesta y las manifestaciones sí tienen validez y cabida en este período. Se trata de hacer contrapeso al intento ya visible de la alt-right de transformar esta nación en una dirección inaceptable. Se trata de defender a los débiles, se trata de que las minorías no se dejen aplastar, se trata de insistir en el rechazo frontal a los antivalores que desde la nueva élite se quieren forzar. Se trata de defender derechos que se adquirieron con mucho esfuerzo y que un desacierto de una mayoría mal contada no puede destruir.

La protesta es un derecho y una libertad inalienable de la democracia y debe ser respetada. El derecho a la libre expresión no solo debe tolerarse, sino que además debe ser protegido como una de las expresiones más puras de la democracia.

En todo caso, además de la protesta debe haber aporte. No se puede sencillamente lanzar improperios o escribir sentencias memorables. Hay que hacer trabajo concreto: organizar, movilizar, servir, especialmente servir para transformar conciencias y cambiar vidas. Hay que sumarse con tiempo, trabajo y dinero a las causas que valen y que queremos que sobrevivan. Apoyar a los defensores de los derechos civiles, defensores de los inmigrantes, defensores de las mujeres y de sus derechos, de las minorías raciales y de género. Hay que dejar de ser meros votantes o, peor, indiferentes, y convertirnos en activistas, en actores de nuestro destino.

De manera que para el próximo ciclo electoral estemos preparados y hayamos sumado, no solo los que reciban nuestro apoyo y aporte, sino los desencantados de Trump, que serán muchos y debe haber espacio para que se sumen.

Espero que con este renovado espíritu de esfuerzo y trabajo que ha surgido en muchos, especialmente entre los jóvenes, consigamos contrarrestar las partes más viciadas del intento del alt-right de trastornar la democracia, y estemos preparados para revertir el curso de los acontecimientos en una dirección más apropiada en camino a los valores más favorables, como la tolerancia, la inclusión, el respeto a las diferencias, la convivencia y el servicio.

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