Sunday, October 2, 2016

Algunas lecciones del desastre del Sí

Se ha derrumbado la esperanza que se había puesto en el Sí. Ahora nos queda el No. ¿Qué vamos a hacer?

"Que muenda, pero ya me paro",
 dibujo del autor
Nadie lo sabe con precisión. Nadie. Este era el escenario que no queríamos considerar, la alternativa que no queríamos enfrentar, el futuro que no debía suceder. Sin embargo, aquí está.

Lo que nos queda a todos es una gran ansiedad y una inmensa incertidumbre. La voluntad es lo único claro, porque la esperanza ha sufrido un golpe contundente.

El presidente Santos ha dicho que mantendrá el cese bilateral del fuego indefinidamente. Eso quiere decir que no hay guerra instantánea. De la misma manera, ha dicho que enviará a La Habana a sus negociadores a decirles a las FARC cuál fue el resultado de este “diálogo político”.

También ha dicho que convocará a todas las fuerzas políticas a evaluar y considerar la situación. En otras palabras: se la vuelve a jugar por la paz, a pesar de haber insistido en que el triunfo del No sería una marcha de regreso a la guerra.

Las FARC han dicho que mantienen su voluntad de paz. Ese, en sí, es un gran triunfo para todos los colombianos, si ello se prueba en una extensión indefinida del cese el fuego y se mantienen guardados los fusiles, ya que además dicen que reiteran su disposición de “usar solamente la palabra como arma de construcción al futuro”. Qué bueno porque, si se lanzan a la guerra, con ese gesto están diciéndonos que lo que buscaban era impunidad. En cambio, si se lanzan a la paz, esa será la prueba reina de que los del No estaban equivocados.

Incluso el ELN ha respondido con un mensaje de concordia, de continuación del diálogo, hasta hablan de la posibilidad de incluirse en una negociación seria.

La respuesta del No vino de la mano del primo Francisco Santos, y no del verdadero líder, Álvaro Uribe, quien sale blindado una vez más con este proceso. La respuesta fue breve y sencilla: Pacho dijo que la intención es trabajar con el Gobierno. Guardar la figura de Uribe le rebaja filo a sus palabras.

Yo creo que los del No tampoco saben muy bien qué tienen entre manos y están recalculando la medida de sus fuerzas. Espero que sean capaces de honrar la otra mitad de su discurso cuando insistían que no querían la guerra sino que, como nosotros, querían la paz. Si eso es verdad, estamos todos hechos, porque será solo cuestión de reacomodar lo que falta y unir propósitos.

El cálculo político de todos estaba basado en el triunfo del Sí. Durante toda la campaña los del No estuvieron haciendo alarde de su inteligencia superior y desacreditando la voluntad del Sí como si la mitad del país hubiese sido convocada a punta de ‘mermelada’; como si estos 6,4 millones del Sí hubiésemos sido comprados mientras que los 6,4 millones del No eran honestos. Ese discurso debe cambiar. No pueden seguir insistiendo en que todo estaba arreglado.

Todos los argumentos del No en contra del Sí se derrumbaron: que había mala voluntad, que resto estaba hecho de espaldas al país, que era un pacto de Santos y las FARC en contra del resto de la nación, que estábamos votando en medio de un chantaje. Todos esos argumentos se derrumban. Ahora habrá que ver cómo los remozan, cómo los reescriben, cómo los replantean.

Todos debemos enfrentar una nueva realidad, pero para hacerlo a nos corresponde inventar, crear, construir nuevos discursos, nuevas respuestas, nuevas políticas.

Por mi parte (por nuestra parte, así espero), lo que nos queda es reconstruir tejido social, restañar heridas, curar la enfermedad que nos carcome y nos divide. Este ejercicio ha sido sanador y debe serlo aún más. Por eso insisto en que nuestro encuentro debe ser completo.

Habría querido encontrarme con los del No a través de la distancia del vencedor, con diez, veinte, treinta puntos de diferencia. Quería llegar generoso a “ayudarles” a sanar sus heridas. Ahora tengo que llegar yo como el ser vulnerable, como el hombre en derrota, el que ha perdido, a esperar que ellos me sanen. ¿Tendrán en ellos esa compasión? ¿Cómo nos recibirán? ¿Serán capaces de ayudarnos a superar esta derrota? ¿Querrán reintegrarnos o, al contrario, seguirán marcando la diferencia, la distancia, separándonos del resto? Porque en esta campaña ellos fueron más agresivos, más rudos, mucho más pendencieros. Ellos eran quienes marcaban una distancia, quienes establecieron una pared de rudeza y agresividad.

Esta es una la prueba inmensa para los del No: una prueba de su grandeza, de su respeto a la paz, una muestra de su verdadera intención.  Esta es su prueba. En ellos está demostrarnos qué tienen, qué traen, qué proponen. Los heridos estamos al otro lado: ¿Están ellos dispuestos a sanarnos?

Mi invitación sigue en pie: los espero a todos en Bamboo Restaurant de la Bird Road y la 133 Avenida. Allí veremos si de veras es posible construir unidad o si este es un abismo insalvable.

Mi voluntad, mi propósito, mi plan sigue y seguirá siendo el de construir puentes para la paz. Eso quiere decir que estoy dispuesto a reconocer esta derrota –pírrica, es cierto, pero un resultado inverso habría sido equivalente. Vamos a ver cómo los del No administran esta victoria y qué llevaban guardado en su corazón todo este tiempo. Yo pensaba que era rencor y venganza. ¿Estaré equivocado? Demuéstrenlo.

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1 comment:

  1. Vaya vuelco el que ha dado esto en tan solo ocho días. Sé, que tus propuestas conciliadoras continúan y apoyo esa opción. Suerte en el ejercicio de construir unidad en la diáspora. Un abrazo,

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